Divididos por la controvertida sentencia contra José Griñán y sorprendidos por la exculpación, también controvertida, en la misma semana por la fiscalía de dos expresidentes de Madrid, Esperanza Aguirre e Ignacio González, miembros reconocidos de la financiación ilegal del PP regional, escuchamos los discursos del Sr. Feijóo que cada vez se parecen más a los de Trump. Si creíamos que la representación de Trump la gestionaba en exclusiva la Sra. Ayuso, nos equivocábamos. Cada día la derecha incorpora más parecidos con Trump. Recientemente, el falso moderado, Sr Feijóo, ha rescatado para España el argumento estelar de Trump: el robo de las elecciones por los demócratas. Cuando haya elecciones en España, si no las ganan ellos, es que se habrá hecho trampas. El Sr Feijóo, lo ha enunciado claramente: "Va a utilizar (el presidente del Gobierno) todos los resortes del Estado que tenga a su alcance para frenar el cambio de color en la Moncloa". Y tal afirmación se produce en una intervención con premoniciones catastrofistas y con las descalificaciones habituales. Recuperamos los repetidos insultos del Sr. Casado y las peores tácticas del PP, desarrolladas en los años azarosos del Sr. Aznar, inspirador de la estrategia que consiste en crispar a los ciudadanos hasta llegar al odio. Un periodista de un diario digital de la derecha lo decía así "gente que detesta a Sánchez hasta lo más hondo de su ser". Y, lo cierto es que lo consiguen. ¿No terminó la sociedad española harta del Sr. González? ¿No se llegó a odiar al Sr Zapatero en los años de su presidencia? La táctica se repite con Sánchez, para el que han creado una expresión bárbara: "el sanchismo". Todo lo malo que se pueda imaginar se cocina en ese espacio etéreo y abstracto en que se ha convertido el sanchismo, incluso para gentes del PSOE.
Volviendo a los inicios, cada día es más patente que una parte de la judicatura española milita activamente en la derecha integrista. Si otra vez recurrimos a los Estados Unidos, contemplamos cómo varios jueces, nombrados por Trump, han dinamitado el derecho al aborto que allí tenían legalizado desde hace más de cincuenta años. Y solo es el principio de la revolución ultraconservadora que anuncian los jueces allí. Aquí, como un calco ibérico de la magistratura norteamericana, cada día nos sorprenden más las sentencias judiciales, los informes fiscales y la actitud pertinaz de la derecha política que tiene bloqueada a la institución por su negativa a renovar el Consejo del Poder Judicial, compuesto por magistrados que ellos nombraron hace ya más de tres años.
Entre tanto, la izquierda, aunque con torpezas infantiles y luchas internas a varias bandas en Podemos, avanza como un gobierno que no se desvía de sus objetivos, pero que no cala lo que hace por el ruido mediático que encubre las medidas tomadas. Impondrá, como en otros países, Francia, Italia o Estados Unidos, poco sospechosos de radicales, un impuesto extraordinario a la banca y a las empresas energéticas. Un esfuerzo de solidaridad que reclamaron para ellos en la crisis del 2008 y que parecen haber olvidado. Por supuesto, la derecha se ha posicionado en contra de este impuesto temporal. Ninguna sorpresa, porque están en contra de todo. Se han opuesto de manera sistemática a cualquier medida que pueda favorecer a la gran mayoría. El Estado, en el discurso trumpista del Sr. Feijóo, se enriquece a costa de empobrecer a los ciudadanos. Una interpretación tan disparatada como peligrosa. ¿Cómo combatir los potentísimos discursos de la derecha que presentan como realidades lo que solo son invenciones? Imagino que algo tendrán que decir los afiliados, militantes y simpatizantes, entre otros, del PSOE, allí donde estén.