Dicen que en Castilla-La Mancha es difícil ser de izquierdas y, al parecer más todavía, hacer política de izquierdas. Dicen que para gobernar desde la izquierda hay que ser de derechas, lo que no deja de ser una incongruencia, una trampa o la inmersión de la política en el surrealismo manchego del humorista Mota. Dicen que para ganar en las próximas elecciones locales hay que estar contra Pedro Sánchez. El PSOE contra el PSOE. ¿Con los votos de la derecha se hace política de izquierdas? ¿Con los votos de izquierdas se hacen políticas de derechas? ¿O ninguna de las dos? En cualquiera de las hipótesis o se engaña a los de derechas o a los de izquierdas. Todo parece un relato de ficción, una simple excusa de los que viven del poder. También pudiera suceder que quienes están en la izquierda en realidad quisieran estar en la derecha y ser considerados por la derecha. Porque ser de izquierda-derechas, a la vez, resulta tan complicado como ser solamente de izquierdas.
Pero atengámonos a los hechos, no a los dichos. Tras un debate en el Senado entre el Sr. Sánchez, PSOE, y el Sr. Feijóo, PP, el primero en un ejercicio dialectico estructurado califica al Sr. Feijóo de insolvente o de mala voluntad por lo que expresa en sus discursos. Eso, tan suave, le sienta fatal a la derecha, porque descalifica al impusto líder, tras una masacre interna que se ha cobrado la presidencia congresual, por consiguiente democrática, del Sr. Casado. Aunque en realidad, no es eso lo que les altera. Lo que les pone de los nervios es comprobar que el cambio de uno por otro pueda no servir para nada. Y nada aquí, es conseguir el poder nacional o no conseguirlo. Para ese viaje no se necesitaban tales alforjas. En esas estamos, cuando el presidente de Castilla-La Mancha dice que no se puede llamar insolvente al Sr. Feijóo, porque ha sido votado varias veces en su territorio y además Sánchez frecuenta malas compañías.
Las declaraciones rompen la estela brillante del PSOE, tras el debate del Senado, y son recibidas con entusiasmo por las redes mediáticas conservadoras, o sea la mayoría, que buscan superar la endeblez del Sr. Feijóo. Las voces y sus ecos resuenan por todo el ámbito nacional como tambores de guerra en una selva intercomunicada contra el odiado "sanchismo". ¡Del propio lado ha surgido la quiebra de la campaña! Ya tienen el instrumento para silenciar el triunfo de Sánchez en el Senado. El apoyo, recibido por el Sr. Feijóo, es agradecido por el mismísimo Sr. Feijóo. Es de bien nacidos, ser agradecidos. Supongo que no es muy difícil entender que un cargo local o regional, por muchas elecciones que gane en sus territorios, no implica que pueda tener la misma capacidad a nivel nacional o, no digamos, internacional. Las urnas victoriosas ni capacitan, ni absuelven, ni justifican pasados de nadie.
Otros han expresado que la uniformidad no debe existir en los partidos. Pero en la referencia citada parece que se confunde "libertad de expresión" con "uniformidad", como la Sra. Ayuso confunde "Libertad" con tomar cañas. Pero no es adecuado entender como expresión libre cortocircuitar una campaña del partido al que se pertenece. Eso tiene otro nombre. Como no es expresión libre lo de las malas compañías. Sí, se hubiera podido ir del brazo de la compañía de la derecha, ¿se podría imponer un impuesto extraordinario a la banca o las energéticas? ¿Subir pensiones de acuerdo con el IPC, regular ERTES, ICOS y otra serie de leyes y medidas sociales? ¿Cuánto duraría un gobierno de izquierdas con semejante buena compañía? En fin, las derechas políticas y mediáticas están felices. Mientras, partidos autoritarios y fascistas disimulados gobernarán en Italia.