Vox anuncia que rompe los pactos con el PP. No es el PP el que rompe con Vox, porque la derecha que representa el Sr. Feijóo es la derecha que encarna el Sr. Aznar y ambos están más cerca del franquismo que de la democracia. No es el PP el que coloca un “cordón sanitario” contra el fascismo que se está reafirmando al calor de los triunfos en la Unión Europea, sino al revés. El Sr. Feijóo recrimina a Vox la ruptura de unos pactos que han dado visibilidad y legitimidad a políticas de corte franquista. Lamentable en la derecha española que debería estar más orientada hacia la democracia constitucional que a sus tensiones partidarias.

El motivo de la ruptura empleado por Vox es insignificante, un motivo en letra pequeña del “manual de rupturas de pactos”, empleado tanto por los grupos de izquierdas como de derechas, para trasmitir a los ciudadanos mensajes de identidades propias. Sí la cosa no va a más en poco o en nada se percibirá la ruptura de esos pactos. Todos los gobiernos han aprobado los presupuestos de la Comunidad con lo que los presidentes del PP aspiran a continuar gobernado. Llama la atención la celeridad con la que los presidentes del PP han procedido a los ceses de los consejeros. Como si estuviera preparado con antelación. Lo único que supone es que algunos perderán sus sueldos; algunos, el coche oficial; algunas subvenciones y poco más, aunque los desajustes económicos y personales puedan compensarse por otras vías. Sí se fijan tampoco se ha hablado de la pérdida de apoyos en los Parlamentos regionales para iniciativas legislativas u otras medidas concretas. No pasa nada.

Para que se pudiera hablar de la profundidad de la ruptura entre las derechas hispanas, estas se tendrían que producir en los Ayuntamientos en los que gobiernan el PP y Vox, a pesar de haber perdido las elecciones en bastantes de los pueblos y capitales de provincias. Y aunque han anunciado que se estudiará, no lo harán. Se abriría un periodo de inestabilidad en la propia organización y en los Ayuntamientos que podrían llevar aparejadas quiebras internas partidarias y pérdidas de alcaldías, cuando apenas se ha cumplido un año en el poder local. La ruptura entonces tendría mayor calado y asistiríamos una crisis de las derechas que, de momento, carecen de razonamientos consistentes. ¿Quiere evitar Vox con este gesto que el pez grande – el PP- se coma al pez pequeño – ellos-? Demasiado pronto para la jugada. En política cuentan tanto los tiempos como los ritmos. Un error en la utilización de ambos, podría resultar fatal y causar destrozos irreversibles.  

Sí se suman artículos de opinión y editoriales de los medios que apoyan a ambas derechas, ninguno lo interpreta como una ruptura grave. Se habla del riesgo “Alvises”, pero parecen fallas estivales para acaparar la atención de la opinión pública cuando se aproxima la desbandada del mes de agosto. Si le perspectiva de una catástrofe de la derecha estuviera cerca, los tonos de las intervenciones serían más dramáticos. Y eso, ni se plantea. Así que estamos ante movimientos que más parecen relacionarse con apuestas europeas e internacionales.  O tal vez tenga que ver con un hipotético triunfo de Trump en los Estados Unidos y el lanzamiento de una ultraderecha que se prepara para, en los siguientes comicios, asaltar gobiernos nacionales. Sería una estrategia de la “Internacional de la Ultraderecha.”  De ser así, eso sí, debiera inquietarnos. De momento, ruido, mínimos destrozos y pistas sombreadas que no permiten pensar en una crisis cataclismática de la derecha y la ultraderecha hispanas.