Crispar, polarizar, embarrar, ensuciar, mentir, engañar, promover el caos, la confusión, la desafección ciudadana, el desprecio de la política, son términos asociados al estado actual de las democracias tradicionales. Son males que la aquejan y la hacen poco confiable ante un gran número de ciudadanos. Es el caso de los millones de norteamericanos que ha votado a Trump. Han elegido a un delincuente convicto, un personaje corrupto, un misógino, un machista y un xenófobo interno y externo. ¿Serán los valores que profesan quienes le han votado? ¿Cambiará la democracia norteamericana?

Con estas cuestiones coqueteó hace tiempo la ficción narrativa norteamericana. ¿Podían surgir en los Estados Unidos personajes parecidos a Hitler o Mussolini? Tras los desastres de la Gran Depresión del año 1929, Lewis Sinclair publicó una novela, Eso no puede pasar aquí, en la que un político corrupto organizaba un ejército paralelo para imponer un poder absoluto en Norteamérica. Para evitarlo los norteamericanos, primero no creyeron que eso fuera posible, después descubrieron que tenían que sublevarse para recuperar los antiguos modos de la democracia tradicional. Pocos años más tarde, John Dos Passos publicaba otra ficción, titulada El Número Uno, en la que un político populista, ambicioso, corrupto y mesiánico buscaba implantar una dictadura en Norteamérica. Terminará siendo procesado por sus desmanes y con eso acabará su carrera política. Después aparecería la narración de Robert Penn Warren Todos los hombres del rey, que sería trasladada a una película titulada El Político. En el año 2016, cuando Trump ganó las elecciones estos fueron los libros más leídos de Norteamérica junto con los libros de Ayn Rand, por los seguidores de Trump, sobre todo El Manantial. Y perdió la elecciones, pero sin admitirlo. Movilizó a varios grupos para invadir el Capitolio. Se sucedieron algunas condenas y muchas maniobras para abortar otros procesos judiciales en ciernes. Así que los norteamericanos en estas elecciones han sabido a quién votaban. No hay dudas, ya no hay que leer libros. Han ido más allá de la ficción. Han elegido un escenario que ninguna de aquellas narraciones pudo imaginar. ¿Entran los facinerosos en la Casa Blanca con el apoyo de más de setenta millones de ciudadanos? Ahora lo que les queda a los norteamericanos es contemplar los efectos de su elección y a nosotros, los europeos, tratar de evitar personajes semejantes y sus delirios. ¿Asistimos al final del imperio norteamericano tal como le hemos conocido y al comienzo de algo que todavía no sabemos cómo es? Sobre cómo evolucionará Norteamérica es muy arriesgado enunciar hipótesis, aunque los indicadores apuntan a que nada irá bien. Si nos atenemos a la Historia Universal sabemos que las experiencias totalitarias derivan en tragedias. Que los sueños de "épocas doradas" se convierten en pesadillas de plomo. Que las autocracias se llevan a millones de personas por delante, incluidos quienes les apoyaron. Europa tiene que evitar ser arrastrada por las imposiciones norteamericanas y sacudirse las veleidades autocráticas y más ahora, cuando la deriva de la derecha en la Unión Europea, pone en crisis el gobierno de la Unión.

El PP de España ha sido el inductor de esta crisis europea en un intento cínico de salvar a un presidente de Comunidad responsable de los muertos y de los desastres de Valencia. La implicación del máximo dirigente del PP, Sr. Feijóo, aliado con la ultraderecha italiana de la Sra. Meloni, demuestra que no estamos vacunados contra quienes cuestionan la democracia. La proliferación de bulos no promete unos ciudadanos capaces de superar el actual estado de caos en el que se encuentran. Y sabemos que los ciudadanos confusos, como más de los setenta millones de norteamericanos, pueden tomar decisiones graves para ellos y para los demás. Estamos ante un punto ciego del futuro a la espera de los acontecimientos de una realidad que ni la ficción literaria pudo imaginar.