A nadie se le escapa la ciudad turística que es Toledo. Sus atractivos culturales son inmensos. La ciudad en sí atrae todos los sentidos de quien nos visita... pero a la caída de la tarde toledana vuelve a ser casi la ciudad conventual que se encierra en sí misma... también se cierra al turismo que no sea el de los touroperadores y que suele consistir en ofrecer pasar una mañana y hasta la tarde en Toledo desde las bases hoteleras principalmente de la capital de España.

Se suele decir desde las autoridades con responsabilidades turísticas de nuestra ciudad que Toledo tiene un problema con las pernoctaciones hoteleras y que para ello se debe trabajar en ofrecer una oferta cultural más allá de la media tarde.

Este discurso es completamente contradictorio con los horarios de los Museos de nuestra ciudad donde la mayoría, ahora en invierno cierran sus puertas a las 18,00 h. (a las 19,00 – 19,15 en verano) a los visitantes y por tanto no pueden actuar como incentivo para lograr que esas pernoctaciones sean realidades alcanzables de forma regular en el año.

En concreto, los Museos Estatales Sefardí y El Greco enclavados ambos en la Judería toledana, un polo principal de atracción turística en la ciudad, nos vemos obligados (en lo que entendemos una equivocada gestión turística) a cerrar y dar con la puerta en las narices a las personas que aún nos visitan y se interesan por nuestra cultura... La Judería, en esos momentos donde el sol va diciendo adiós a nuestra ciudad, es testigo otra vez de la soledad de Sinagogas y Museos.

Si los touroperadores y guías de turismo tuviesen la certeza de la prolongación de horarios de visita más allá de la media tarde se podría contribuir a ofrecer una oferta cultural ya no de un sólo día, sino con un tiempo-enlace para cenar y pernoctar en los establecimientos hoteleros de la ciudad, con lo que se podría dar más vida cultural y comercial a nuestra “Toledo en un día... y una noche”.

Las autoridades turísticas de las distintas Administraciones y de otras Instituciones de la ciudad tienen la palabra... y la acción.

Román Sánchez Maeso. Toledo