SIMBOLISMO DAÑINO - José Manuel Sánchez Blanco (5 de junio de 2018)
Hace unos días, el claustro de la Universidad Pompeu Fabra, donde yo estudio, ha tomado una decisión bastante discutible. Ha nombrado plaza del "1 de Octubre" al patio de una de sus facultades. Un patio por el que transitamos todos los estudiantes, catalanes o no, que estamos en esta universidad pública. Me preocupa profundamente la politización de los espacios comunes que se ha producido en Barcelona. Y, sobre todo, la ausencia de neutralidad en las actuaciones de mi universidad. Porque puede ser comprensible que los estudiantes hayan llenado las zonas universitarias de carteles que honran “la República”, o de los famosos lazos amarillos. Pero de ahí a cambiar el nombre de una plaza que, en principio, es de todos… Por supuesto que el diálogo político es necesario en el ambiente estudiantil, pero este diálogo debería surgir entre todos los miembros de la comunidad, y nunca ha de ser excluyente. El simbolismo, usado indebidamente, puede hacer mucho daño. Cambiar el nombre de esa plaza no solo no era necesario, sino que también estaba fuera de lugar. Tan fuera de lugar como algunas personas pueden llegar a sentirse allí a partir de ahora.