Vivimos una emergencia nacional. ETA está derrotada pero no muerta (“todavía es fecundo el vientre inmundo”, decía Brech) y, mientras los nacionalistas no retroceden, un presidente llega al poder gracias a ellos poniendo su ambición personal por encima del bienestar general. Elgovern sigue dilapidando en embajadas lo que debería invertir en necesidades más apremiantes y la inmersión lingüística sigue aplastando a los castellanohablantes, todo ello tolerado por Sánchez a cambio del sillón presidencial. La moción de censura fue legal, pero esto solo demuestra que la venta ha sido legal, no que Sánchez no se haya vendido. Y quien vende a sus conciudadanos es una mala persona.
Ni Rivera ni Casado tienen experiencia de gobierno, ni tampoco unas mentes privilegiadas, pero hasta ahora no han dado indicios de ser malas personas ni de estar dispuestos a venderse al separatismo. Y una persona honrada, así sea de izquierdas, ante la disyuntiva de un presidente de derechas buena persona y uno mala persona de izquierdas, ha de decantarse por la primera. Tal como estamos, es más deseable un gobierno de centro derecha que cuatro años más de Sánchez. Piénsese bien antes de votar, que luego no hay lugar a reclamaciones.