LA LEY DEL LATIDO - Grupo Areópago (27 de junio de 2019)
La ley del latido, en sus distintas variaciones, está provocando un gran revuelo en Estados Unidos, no solo por la oposición de algunas productoras cinematográficas americanas sino porque destruye el fundamento de las posiciones culturalmente dominantes que apoyan el aborto. Esta ley prohíbe el aborto si se detecta el latido del bebé, porque “si hay latido, hay vida independiente; y si hay vida independiente, hay un ser humano”. Antes de practicar un aborto, el médico debe realizar una ecografía para comprobar si hay latido. Si se detecta el latido, no se permite el aborto.
A los militantes pro-vida, este sistema les resulta insuficiente, porque defienden la presencia de un ser humano desde el mismo instante de la concepción, pero su implantación legal supone una gran limitación en la práctica de los abortos, porque el latido humano se puede detectar desde la sexta semana de embarazo, incluso antes de que la mujer sepa que está embarazada.
Pero el gran mérito de esta ley es que vuelve a poner sobre la mesa los argumentos sobre los que se debe dialogar: ¿Hay vida humana? ¿Esa vida merece respeto? ¿Es eliminable? ¿Qué nos dice la ciencia? ¿Qué nos dice la naturaleza? ¿Qué nos dice nuestra humanidad? Y no sobre la elección de la madre, como se ha hecho hasta ahora.
En Estados Unidos las leyes del aborto tienen carácter estatal y no federal (depende de cada uno de los estados), y son generalmente permisivas con el aborto. En algunos estados no se reconocen derechos al bebé hasta el alumbramiento de la cabeza, lo que permite el aborto por nacimiento parcial (como se ha hecho recientemente en el estado de Nueva York).
En un país habituado a este nivel de crueldad no sorprende que se reaccione enconadamente ante la “sutileza” del latido de un corazón, pero, para mucha gente de bien, este latido, es un motivo para pensar en lo que antes no había pensado: “si hay latido, es porque hay alguien”.
Por cierto, recientemente se ha estrenado la película Unplanned, que muestra la ceguera actual ante el sufrimiento del bebé, porque se ignora su humanidad. Pero esa película merece un artículo aparte.