Ya tenemos colocada a la pareja del llamado macho alfa de Podemos. Con un curriculum profesional envidiable –por lo escaso, pero efectivo- se ha hecho cargo del Ministerio de la Igualdad.
Un Ministerio en el que no hay un solo hombre -¿Será para compensar algún otro dónde todos sean hombres?-, y en el que si eres blanco no puedes formar parte de alguna Dirección General.
Formará parte de un gobierno de igual da. Es decir, que da igual lo que dije ayer, aunque me contradiga, que hoy digo lo contrario y hasta lo argumento. Ejemplo de fiscal general, proveniente de un ministerio y que se reunía con un encarcelado, alabando las informaciones vaginales de los servicios sexuales pagados.
Da igual. Que un mal titular no nos quite el buen sueldo y el poder.
No se ha conocido nada igual en nuestra democracia. Esa democracia que ahora el gobierno social-comunista, o tal vez comunista-populista a secas, parece haber descubierto, y que para garantizarla, ha empezado su labor de zapa a la justicia. La fiscal general nombrada, un “ejemplo de imparcialidad demostrada”, ha sido la primera prueba, de lo que por otra parte ya afirmó Sánchez en una entrevista, de la nula independencia. Luego vendrán los jueces, y así, paso a paso, mientras esta sociedad anestesiada ni se inmuta, se culminará el mayor ataque a la democracia, al que hemos asistido, desde el fallido golpe de estado de Tejero. Porque con una justicia politizada, no hay justicia, ni libertad, ni igualdad, ni nada. De la mansedumbre del llamado cuarto poder, ya ni hablamos.
Pero todo da igual, que igual da.
¿Qué hay más ministerios, más altos cargos y “cargas”? No pasa nada.
¿Qué todos son nombrados del partido que venía a limpiar el sistema, pero se ha acomodado al sistema de manera ejemplar? No pasa nada.
¿Qué ayer me quitabas el sueño y ahora eres mi tila preferida? No pasa nada.
Pelillos a la mar, que el destino nos sonríe, y ancha es Castilla. Esa Castilla que sufrirá en silencio los oprobios de los nacionalistas y sus esclavos gubernamentales, como las almorranas, siempre y cuando la nueva Directora General LGTBI las dejé en paz, claro.
Aunque siempre nos quedará... la vaselina.