Lealtad institucional. Respeto institucional. Dos frases que estos últimos
días, hemos escuchado y leído en numerosas ocasiones pero dudo que alguno de
los que las han invocado hasta la saciedad, conozcan su significado o lo que
representan.
El vicepresidente segundo del gobierno, Pablo Iglesias y el ministro de
consumo, Alberto Garzón, no han asumido que son parte de una institución que
representa tanto a los que son simpatizantes de sus postulados como a los
que no lo son. Pertenecen al gobierno de una nación, al gobierno del Estado
Español. No están en la bancada de la oposición, sino frente a ella. De no
ser así podrían optar por expresar lo que les apeteciera, sin ni siquiera
cuidar las formas, ni la educación, ni el respeto debido a quienes les
escuchen y vean. Es penoso pero es lo que hemos consentido y es lo que
tenemos. Desde los escaños opositores y sustentadores del gobierno, no hay
límite para ofender al contrario. Todo ello envuelto en la libertad de
expresión, claro, en lo que ellos consideran su libertad de expresión. Yo me
quedo con la idea del filósofo Emilio Lieido respecto a esa libertad de
expresión “La libertad de expresión solo existe si hay pensamiento en esa
expresión, de nada sirve la libertad de expresión si solo se expresan
estupideces”.
Sé que el Sr. Iglesias y el Sr. Garzón, tienen que cuidar y hacerse notar
por sus seguidores pero para eso tienen otros instrumentos como Jaume Asens,
presidente del grupo Unidas Podemos y Comunes en el Congreso de los
Diputados y a otras mentes imaginativas que se encargan de mantener las
ascuas vivas para que el calor no se disipe.
El vicepresidente y el ministro de consumo tienen que saber que representan
y que prometieron respetar y tener lealtad. Ellos tendrían que estar en otro
plano, en el plano de actuación de un gobierno que necesita dar soluciones a
los problemas que tiene nuestro país, no a contribuir a generarlos.
Por otro lado tenemos al jefe de la oposición, al líder del partido
mayoritario de ésta, El Sr. Casado. Pide lealtad y respeto institucional
mientras niega su colaboración para que las instituciones como el Consejo
del Poder Judicial, El Defensor del Pueblo, el Tribunal Constitucional,
entre otros, puedan ser renovadas y tengan plena legitimación en sus
funciones. El motivo para negarse es que no acepta que el candidato
presentado por una mayoría, fruto de unas elecciones democráticas, fuera
proclamado presidente de una institución del estado, como es la presidencia
del gobierno, por otra institución como es el congreso de los diputados y en
base a esa legitimación, formara un gobierno que a él y solo a él, le
compete formar. En vez de ejercer lealmente el papel encomendado, se lanza a
augurar desastres que él mismo sabe que son imposibles en la actualidad, la
propia Constitución y las leyes emanadas de ella, impiden la ruptura por
parte interesada del ordenamiento constitucional.
Cuando un gobierno esta en funciones y tenemos experiencia en el tema
después de cuatro elecciones en cuatro años, hay decisiones o tareas que ese
gobierno no esta capacitado para tomar o hacer, de igual manera tendría que
actuar el Consejo General del Poder Judicial con su presidente a la cabeza.
Si está en funciones, situación que, es cierto, ha denunciado en varios
foros en varias ocasiones, tendría que tener limitadas sus funciones, no
realizando aquellas que supongan un perjuicio para su sucesor, como el
nombramiento de jueces. De lo que sí estoy seguro es que la lealtad y el
respeto institucional, tampoco ha sido entendido. Mucha indignación, mucho
recordar que la justicia nace del pueblo soberano y se aplica en nombre del
Rey pero no le importó poner a éste en situación delicada, al hacer público
la conversación telefónica que, supuestamente y según el presidente del
máximo órgano judicial, tuvieron los dos y si esto fue cierto, aunque ha
sido desmentido, flaco favor han hecho, una vez más, los asesores de la
institución que ostenta la jefatura del estado.
Luego estamos nosotros, los ciudadanos, los que se supone que ostentamos
todo el poder pero que no sé si somos institución o no. No sé si nos
merecemos lealtad y respeto institucional o solo estamos para sufrir las
consecuencias de todas estas incapacidades.
Como dice Antonio Muñoz Molina en su articulo “La otra pandemia” “Si no
hacemos algo más esta gente va a hundirnos a todos”. Pues algo tendremos que hacer.