Podemos clasificar las personas siguiendo diferentes criterios. La clasificación de Cipolla no es sencilla, pero, es interesante: Inteligentes, desgraciados, estúpidos y malvados. Este economista decía que los estúpidos son peores que los malvados. Pues, se perjudican, incluso a sí mismos. Ejemplos de estupidez: Subir demasiado los impuestos, ocasionando un cierre masivo de empresas, o una fuga masiva de contribuyentes. Limitar demasiado el precio de un producto, ocasionando una excesiva reducción de la oferta. «Votar, favoreciendo lo que te toca perseguir». «Animar los disturbios, y al mismo tiempo, enviar la policía». Y un ejemplo más: «Vender el burro, para comprar paja».
Como os decía, la clasificación de este economista, ¡me gusta!. Y se me ocurre una clasificación más: Los tóxicos y los no tóxicos. Disruptivos los primeros y saludables los demás. Al igual que la contaminación y las toxinas provocan el deterioro de los organismos vegetales y animales. Los amigos y los políticos tóxicos, también hacen daño. Los primeros se cargan tu autoestima. Y los segundos dificultan el funcionamiento de las organizaciones. Los políticos, que solo piensan en la confrontación y en los votos, se consideran tóxicos. Yo, ahora estoy pensando en los extremos del mapa catalán: Los independentistas de Puigdemont. Y los españolistas de Abascal.