Estaba cantado que el PSOE y Ciudadanos iban a llegar a acuerdos importantes en Castilla-La Mancha para formar gobiernos municipales. Y lo estaba desde el mismo momento en el que un alto cargo del partido naranja como es Juan Carlos Girauta marcó la hoja de ruta de Cs en la región elogiando la figura de Page y criticando duramente al PP y a dos de sus principales dirigentes: Paco Núñez y Vicente Tirado. Lo que no estaba claro es que la cosa fuera a llegar tan lejos ni que gracias a Cs el PSOE de Page goce de más poder del que nunca ha tenido este partido en Castilla-La Mancha, ni siquiera en los mejores tiempos de José Bono.
Gracias al pacto que ayer suscribieron ambos partidos, el PSOE controla la Junta, las cinco diputaciones, las cinco capitales, Talavera, Puertollano y las principales ciudades de la Comunidad. Ningún presidente autonómico español puede presumir de tanto poder como el que tendrá Page a partir de ahora en su región, lo cual afianza su figura de líder, le centra y le convierte en uno de los barones socialistas más influyentes, mal que le pese a Pedro Sánchez.
Ciudadanos por su parte toca poder, se pone en clave de gobierno y obtiene importantes recursos para afrontar esta nueva etapa en la que también corre el riesgo de ser deglutido por el PSOE de Page, como ya ha ocurrido con Podemos. La ventaja es que están avisados.
Page toca con las manos el paraíso y puede esperar tranquilo lo que pase en la vida política nacional. Tiene mucho camino por delante. Pero lo más importante para Castilla-La Mancha es que se centre en la región en un momento en el que los pactos con Ciudadanos auguran cuatro años de estabilidad y desarrollo, cosa que no van a poder decir en otros muchos territorios. Page ha llegado a esta situación gracias, paradójicamente, a la ola a favor del PSOE de Pedro Sánchez y a su propio trabajo en unas circunstancias durante los tres primeros años de la legislatura que no le fueron nada favorables. Se ha reinventado. Ha pasado de un plumazo de gobernar con Podemos a hacerlo con Ciudadanos, lo que acaba brutalmente con uno de los argumentos estrella del PP, el del Page radical y extremista que mete en su gobierno a políticos comunistas y se deja influir por ellos. Ha sido al contrario.
El pacto PSOE-Ciudadanos ha rematado al PP castellano-manchego tras los malos resultados de las elecciones generales, autonómicas y municipales. Se ha quedado sin poder institucional y ha sido condenado a la oposición en todas partes, con lo que eso significa también a la hora de disponer de recursos para hacer frente a la larga travesía del desierto que tiene por delante. No es culpa de Paco Núñez, que acaba de llegar, sino de la fragmentación del centro derecha, de la pérdida de votos por sus dos flancos ideológicos y de un PSOE intratable que apenas les ha dejado respirar con su insistente y eficaz mensaje contra Cospedal. No se sabe aún en qué ha influido la capacidad negociadora del equipo del PP, pero al margen de los principios programáticos de cada uno, es evidente que el PSOE tenía mucho más que ofrecer y que los socialistas partían con la ventaja de contar con una mayor simpatía por parte de Ciudadanos. Lo que ocurrió en 2015 en la Diputación de Toledo ha vuelto a suceder en 2019 en toda Castilla-La Mancha, donde Ciudadanos, al contrario que en el resto de España, nunca ha tenido al PP como socio preferente a la hora de negociar pactos de gobierno.
La ventaja del PP –si en algo les sirve de consuelo- es que se queda solo en la oposición y que si lo sabe aprovechar y transmitir debería rentarle electoralmente en 2023. En las Cortes no solo va a tener enfrente al PSOE y toda su maquinaria de poder sino también a Ciudadanos ya que no es imaginable que estos dos partidos sean socios en multitud de ayuntamientos y se hagan la guerra en el parlamento. No sería creíble. El PP tendrá que afrontar una profunda reflexión sobre el fondo y la forma en que hace oposición toda vez que lo visto hasta ahora le ha servido de muy poco. Quizá necesiten cambiar de argumentos y de caras para ejercer con eficacia su labor democrática de oposición, pero siempre a sabiendas de que a Paco Núñez se lo van a poner muy difícil desde el PSOE, desde el Gobierno y desde Ciudadanos. Y posiblemente también desde su propio partido. Ese es su gran reto.