En la mayoría de las ciudades de España existen especulaciones entre los vecinos, muchas veces leyendas urbanas, sobre las calles o las zonas supuestamente peligrosas donde no se atreven a entrar los repartidores de comida rápida, los mensajeros e incluso los carteros. Ahora, el periódico digital El Confidencial ha querido da luz al asunto aportando información veraz. Y parece que hay algo de cierto en las habladurías populares.
"Aunque evitan a toda costa hablar de ello, las principales empresas de mensajería y 'delivery'manejan listas negras de calles y barrios donde no se atreven a entrar. Hay entre 500 y 800 registros, según la empresa. Cuando alguien de esas zonas compra algo por Internet, le llega el aviso de que tiene un paquete en su punto de recogida más cercano. Solo MRW, aunque sin 'link' en su página, dispone de unlistado de las zonas negras de España (PDF)alojado en sus servidores". En ese listado de puntos conflictivos que maneja la conocida empresa de paquetería aparecen dos barrios de Castilla-La Mancha: el de las Seiscientas Viviendas, en Albacete, y El Quiñón de Seseña (Toledo), aunque en el caso de la macrourbanización levantada por El Pocero el veto en el reparto es una cuestión logísitica y no de peligrosidad, según El Confidencial.
El citado medio comienza su reportaje poniendo el foco, precisamente, en el barrio con peor fama de la capital albaceteña: "Al barrio de las Seiscientas Viviendas, en Albacete, no entra nadie. Sus más de 2.000 vecinos no reciben correo, pizzas ni lo que compran por Internet. Considerado comouno de los enclaves con más marginalidad de España, hace meses que los vecinos no ven a un repartidor uniformado".
El único que reparte en las Seiscientas esManolo Gascón, el butanero de toda la vida. "Yo llevo 40 años viviendo aquí. Todos saben quién soy y no me tocan nada, igual que yo no toco lo suyo. En el barrio, cada uno tiene su espacio y lo respetamos, es la única forma de convivir", dice. Ahora, con el apoyo de la asociación de vecinos, Gascón pide a Correosque le contrate para repartir las cartas. Sus motivos son pragmáticos: "Esto hay que conocerlo, porque muchas casas no tienen buzón y hay que entrar para dejar los paquetes", asegura. "Por otra parte,un repartidor de fuera siempre va a tener algún sustillo, para qué vamos a engañarnos, porque el barrio es como es", asegura.