«Yo para Reyes lo que no quiero, como no creo que quiera ningún español y española es vaselina». Son las palabras del presidente de Castilla La-Mancha, Emiliano García-Page, pronunciadasel miércoles pasado durante un acto de la televisión autonómica, que más repercusión han tenido nunca en medios políticos y mediáticos nacionales, y las que peor han caído en el entorno separatista catalán.

Page no hacía referencia directa a las negociaciones entre elPSOEyERC, pero todos entendieron con claridad a quién se estaba dirigiendo, que no era otro que Pedro Sánchez, quien aspira a renovar en laMoncloacon los votos de Esquerra. Especialmente teniendo en cuenta que Page, el día anterior, fue junto al aragonés Javier Lambán uno de los barones territoriales del partido que cargó con más dureza contra la estrategia que está llevando a cabo Ferraz para intentar salvar la votación de investidura con la colaboración de los secesionistas catalanes.

El caso es que lo de la vaselina ha tenido un éxito que ni el propio Page pensó seguramente que podría llegar a tanto. No gusta ni en la dirección nacional del PSOE ni en los partidos a su izquierda, Y mucho menos en el bloque nacionalista. Será por eso que en los medios conservadores han bautizado las negociaciones de Sánchez con Ezquerra como el "Pacto de la vaselina", un feliz hallazgo que utilizan con profusión en Libertad Digital, en OK diario o en Es Diario, cuyo director, Antonio Martín Beaumont, firmaba este lunes un artículo titulado "El Pacto de la Vaselina: un todo o nada que elevará a Sánchez o hundirá al PSOE".

Eduardo Inda, director de OK Diario argumentaba el fin de semana en la televisión que"Con el ‘pacto de la vaselina’ la Constitución va a desaparecer en Cataluña", mientras Dieter Brandau editorilizaba en Es Radio a partir de este titular: "Y ahora el pacto de la vaselina".

No sabemos si el acuerdo de Sánchez con Ezquerra será conocido en el futuro como el Pacto de la vaselina, pero por el momento Page ha conseguido su propósito: Que se hable de él y de sus titulares mediáticos como defensor de la unidad de España y como uno de los pocos barones críticos con las negociaciones de la dirección nacional de su partido para la investidura de Pedro Sánchez. Una parte importante de sus electores castellano-manchegos está encantada con Page. Y la prensa, en general, también.