Lunes de marzo más ventoso que frío en pleno centro de Madrid. Decenas de personas, algunas muy conocidas, entran por la puerta grande del gran Casino de la calle Alcalá. Torea de salón casi al amanecer el presidente nacional de Asaja, el ciudadrealeño Pedro Barato, y le presenta Emiliano García-Page, presidente socialista del Gobierno de Castilla-La Mancha. Dos espadas de máxima actualidad que juegan en campos ideológicos distintos pero unidos por la amistad de muchos años y, ahora también, por un interés político y estratégico común, como refleja su comparecencia conjunta en este oportuno acto organizado por el Fórum Europa de la Nueva Economía.
Barato considera normal que en este foro del que es protagonista estén presentes Page y su máximo rival en Castilla-La Mancha, Paco Núñez, presidente del PP-CLM, pero lo cierto es que llama la atención y se presta a múltiples interpretaciones, al margen del interés de la intervención del líder agrario, que lo tiene. Y mucho. Pedro Barato es uno de los principales artífices de la movilización en la calle que están llevando a cabo los agricultores en la mayor parte de España. Lo novedoso es que en esa lucha están comprometidas las tres principales organizaciones agrarias españolas: Asaja, Upa y Coag. Por primera vez. Todos a una y con las cosas muy claras. ¿Y por qué ahora sí, con un gobierno del PSOE, y no antes cuando era ministra de agricultura la “popular” Isabel García Tejerina? Porque en un año, según Barato, la situación de la agricultura ha empeorado hasta límites insoportables por los aranceles, el Brexit, el calentamiento global, los impuestos, las vacas y los gallos.
Si Pedro Barato es un ciudadrealeño que está de moda a nivel nacional, también lo está el toledano Emiliano García-Page, que es el único barón autonómico del PSOE que sigue levantando la voz contra algunas acciones y propuestas del Gobierno de Pedro Sánchez, sobre todo las referidas a las ventajas que están dando a los nacionalistas catalanes y vascos frente al resto de territorios, a la defensa de la Constitución o a la deuda del IVA que tiene el Estado con las regiones. Ni Barato ni Page son elementos gratos para Moncloa. Tienen poder y lo ejercen. En defensa del sector agrario, uno, y de su Comunidad autónoma, el otro. En Defensa de una España unida, cohesionada y fuerte ambos.
Por eso, y a pesar del esfuerzo de los dos por aparentar normalidad, el acto de ayer en Madrid tiene un gran significado por ser reivindicativo y transversal. Estaba Castilla-La Mancha representada por el propio presidente Page y por Barato, con presencia del líder del PP en la región, Paco Núñez, de parlamentarios socialistas y “populares” como Sergio Gutiérrez, Rosa Romero, Vicente Tirado, Esther Padilla, Carmen Navarro o Pilar Alía; el presidente de la Diputación de Ciudad Real, José Manuel Caballero, la eurodiputada Cristina Maestre, el rector de la UCLM, Miguel Ángel Collado, el exrector Luis Arroyo, el exconsejero Alejandro Alonso… Pocas personalidades de Castilla-La Mancha pueden presumir de reunir en Madrid en un mismo acto no institucional a gente de la región tan diversa.
Pero además estaba la presidenta de la Comunidad de Madrid,Isabel Díaz-Ayuso; tres exministras del PP: Ana Pastor, Fátima Báñez e Isabel García Tejerina; representantes de las otras grandes organizaciones agrarias -Upa y Coag- y gente muy conocida y representativa como el veterano economista Ramón Tamames, Carlos Falcó o el Padre Ángel, además de destacados empresarios, economistas y prensa especializada.
Si la importancia del acto hubiera que medirla por las ausencias también en ese aspecto alcanzaría gran altura: Faltó el Gobierno nacional. No fue el ministro de Agricultura, pese a estar invitado, y no fue nadie de su departamento ni de ningún otro del Ejecutivo de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Ni siquiera el secretario de Estado, que se excusó en el último momento. Quizá consideraron que tenían dos motivos para no ir, los dos castellano-manchegos y con nombres y apellidos: Emiliano García-Page y Pedro Barato.