Dicen que es el ministro Guadiana, porque aparece y desparece como el río que deja sus ojos en nuestra región. Es el albaceteño Manuel Castells, titular de al cartera ministerial de Universidades y el hombre de Ada Colau en el Gobierno de Pedro Sánchez. Se le conoce poco porque raciona sus apariciones, pero cuando sale a la palestra la lía generalmente.
Su última y polémica ocurrencia es la de considerar que el castellano ha envenenado la convivencia en Cataluña. Lo ha dicho en una rueda de prensa esta semana en la que hizo una defensa cerrada de la ley Celaá de Educación, incluida la supresión del español como lengua vehicular. "Antes de 2013 [cuando entró en vigor la LOMCE]no había una indicación legal en ningún sitiode que el castellano tuviera que ser lengua vehicular y nunca hubo ningún problemaen Cataluña", ha asegurado Castells, para quienla convivencia lingüística"fue alterada por una serie de iniciativas"como la Ley Wert, que "envenenaron el clima de convivencia en una situación en que no había todos esos problemas".
El ministro de Universidades considera que cuando se ha obligado desde el Gobierno de España a que se utilice ese idioma como elemento de unión entre todas las autonomías, lo único que ha provocado es un clima de enrarecimiento de la convivencia en Cataluña.
Según ha escrito Juan Velarde en periodista Digital, "Castells olvida algo capital, la marginación y la persecución existente en los centros escolares de Cataluña, con espías en losrecreos y en los comedorespara tomar buena nota de quién tenía la ‘osadía’ de hablar en español en su propio país".
Para el ‘despistado’ ministro lo único que cambia "es que se vuelve al modelo existente antes del año 2013, donde no se obliga a que el español sirva de amalgama a todos los estudiantes, ya sean deBarcelona, Lanzarote, Málaga o Zamora". Por todo ello, el articulista exclama en el titular "¡Qué experpento!".