Todas las medidas que se han tomado en la lucha contra la pandemia de coronavirus han sido duras porque la realidad a la que nos enfrentamos desde hace más de un año es también muy dura.
La población está respetando en términos generales dichas normas, aunque siempre hay personas y grupos muy minoritarios que optan por no hacerlo y se exponen al riesgo de ser sancionados.
Hasta ahora nadie -o casi nadie- ha discutido los datos ni las medidas que se han tomado cuando la incidencia se ha disparado en cada municipio. Todo el mundo entiende que son medidas necesarias para hacer frente a la crisis sanitaria y que es imprescindible cumplir con ellas por el bien de uno mismo y de los demás.
Pero también en esto último hay excepciones, o al menos así lo han entendido en fuentes políticas y sociales de la capital castellano-manchega ante la actitud del ayuntamiento de Toledo. Según fuentes del entorno del Gobierno regional, el ayuntamiento trató de atribuirse la iniciativa sobre una decisión, como ha sido la de cambiar las restricciones y los índices de contagio del nivel 3, que ya estaba tomada desde el domingo por la noche por el Ejecutivo autonómico.
Según esas mismas fuentes, el Consistorio conocía desde el domingo (y desde el lunes a primera hora de la mañana la alcaldesa) esa modificación que luego fue anunciada por el presidente regional alrededor de las 12.30 h. del lunes.
El mismo entorno gubernamental ha indicado que siguiendo los argumentos de la mañana del día 19 usados por el ayuntamiento, según los cuales los datos de la ciudad no justificaban el cierre de los interiores de algunas actividades económicas, hay dos preguntas que el Consistorio debería responder: "¿Se va a celebrar la Romería del Valle del 1 de Mayo? ¿Va a proponer el ayuntamiento que se celebre la procesión del Corpus?".