A las puertas del Congreso del PP que encumbrará al político gallego Alberto Núñez Feijoó a la presidencia nacional de este partido, la organización en Toledo espera que se resuelva en breve el conflicto que enfrenta a Carlos Velázquez con la mayoría de los miembros del Grupo Popular de la Diputación Provincial. Consideran y temen en Toledo que si la "guerra" toledana no se resuelve con eficacia y rapidez afectará no solo al funcionamiento y los intereses electorales del partido en la provincia sino que también pesará negativamente en el resto de la región.
Los resultados del proceso de elección de compromisarios para el congreso de Sevilla demuestran que el PP está claramente partido en dos en la provincia de Toledo. Carlos Velázquez parece que no ha logrado mayoría de compromisarios, aunque por una diferencia mínima, y eso lleva a algunos a considerar que las fuerzas están equilibradas entre los que le apoyan y los que se sienten más identificados con la dirección regional que encabeza Paco Núñez, con una ligera inclinación a favor de este último.
El mayor problema del PP castellano-manchego está en Toledo y le corresponde solucionarlo en gran medida al presidente del partido en la provincia porque es su responsabilidad y porque ha contribuido a crearlo. Carlos Velázquez tiene razón al querer ser presidente del Grupo en la Diputación ya que como líder provincial del partido no puede estar sujeto a las órdenes de alguien que orgánicamente está por debajo de él. Ha fallado en las formas y en la estrategia que inició al cambiar al portavoz del Grupo sin contar con el presidente del grupo ni con el resto de diputados. Si hubiera dejado las cosas como estaban ahora tendría mayor margen de maniobra.
Velázquez necesita dejar su empleo privado en el banco para dedicarse plenamente a la actividad política y a la preparación intensa de las inminentes convocatorias electorales de ámbito autonómico y municipal. Y para ello debe asumir una función remunerada en la Diputación. Pero la preparación de las elecciones requiere antes que nada que el partido esté tranquilo y pacificado internamente, y no enfrentado y dividido. La paz se mantiene sumando esfuerzos y representación, sobre todo de alcaldes que ganan elecciones y que no deberían ser considerados enemigos. Por la misma razón, esos alcaldes deben someterse a la disciplina del partido y de sus dirigentes.
La situación se ha enquistado y causa mucha preocupación en el partido a nivel regional y nacional. Quizá ahora, antes del Congreso de Sevilla, sería una buena oportunidad para encontrar una salida juiciosa. El alcalde de Miguel Esteban, Pedro Casas, un valor importante en el PP castellano-manchego, confesaba recientemente que el cargo de portavoz no existe ahora mismo en el Grupo Popular de la Diputación, pese a que fue a él a quien nombró Carlos Velázquez hace unos meses en sustitución de Pedro Congosto. Si Casas considera que el puesto está libre, quizá la solución, tal como creen algunos en el PP toledano, sería que Velázquez asuma la presidencia y Manuel Fernández la portavocía, manteniéndose ambos en la dirección del grupo sin perjuicio para terceros y como solución provisional hasta la celebración de las próximas elecciones municipales, para las que apenas queda un año.