La decisión del pasado martes del Consejo Nacional del Agua de aprobar el Plan Hidrológico del Tajo de acuerdo con los criterios del Gobierno de Castilla-La Mancha y manteniendo, por tanto, los caudales ecológicos en la cuenca, no fue sencilla ni tranquila, más bien todo lo contrario. Fue el fruto final de intensas tensiones entre los líderes del PSOE, entre ellos el presidente castellano-manchego, Emiliano García-Page, y una fuerte polémica territorial con el Levante, particularmente con el Gobierno de la Región de Murcia. Que fuera finalmente García-Page el que se llevara el gato al agua del Tajo y el que saliera "ganador" frente a la Comunidad Valenciana y Murcia, cosechando una significativa victoria para el Tajo, tuvo mucho que ver con una "secreta" reunión de última hora celebrada el lunes en Ferraz y en la que García-Page lanzó un ultimátum que surtió efecto.
Según ha contado este jueves el diario El Mundo en una interesante información, el día clave de todo este conflicto fue efectivamente el lunes 28 de noviembre. La situación por el trasvase del Tajo al Segura estuvo a punto de estallar y provocar un cisma en el PSOE en las horas previas a la reunión del martes del Consejo Nacional del Agua. La Comunidad Valenciana, presidida por el socialista Ximo Puig, anunció un menor recorte del trasvase de lo que pretendía Castilla-La Mancha y, frente a ello, García-Page saltó de inmediato y advirtió de que rompería la baraja y votaría en el Consejo del martes en contra del Gobierno, llevando incluso el conflicto al Tribunal Supremo. El Gobierno castellano-mancheo exigía un claro recorte del trasvase y los caudales ecológicos mínimos, como así fue después.
La tensión interna del lunes, en las horas previas a la reunión, casi deriva en una crisis política de primera magnitud dentro del PSOE. Puig había conseguido que el Ministerio de Transición Ecológica aceptase un recorte menos drástico y más progresivo del trasvase, pero Page nunca estuvo dispuesto a aceptarlo y se plantó fuertemente ante la ministra, Teresa Ribera. Tal como cuenta el periódico de Unidad Editorial, el presidente castellano-manchego llamó a la ministra y le dijo que votaría "no" si el Plan del Tajo salía como quería la Comunidad Valenciana. Page recordó a Teresa Ribera la sentencia del Supremo que apoya los intereses de Castilla-La Mancha y prioriza a la cuenca cedente.
La ministra aceptó de inmediato la petición de Page, le prometió respetar el plan original sin las pretensiones del Levante y desmontó las intenciones de Puig y los regantes levantinos. A continuación, por orden de Teresa Ribera, el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, convocó en Ferraz a los dirigentes socialistas para zanjar la crisis y evitar el cisma. Al encuentro, celebrado el lunes, asistió el consejero de Agricultura de Castilla-La Mancha, Francisco Martínez Arroyo, y los dirigentes de Valencia, Murcia y Andalucía, y ahí se certificó la "victoria" de García-Page y se cerró la decisión que finalmente adoptó el Consejo Nacional del Agua y que tanta polémica ha provocado en el Levante.