La noche electoral ha sido apuradísima y ajustada en las elecciones autonómicas en Castilla-La Mancha, pero finalmente la balanza de un único diputado en juego para el número mágico de los 17 escaños que dan la mayoría absoluta en las Cortes regionales ha caído del lado del PSOE. A favor de Emiliano García-Page, el presidente antisanchista que ha gobernado en Castilla-La Mancha en los últimos ocho años y que ha revalidado su mayoría absoluta en la comunidad autónoma en medio de la debacle general del PSOE en casi toda España. El sanchismo se ha hundido casi por completo pero su barón más crítico ha resistido en su territorio castellano-manchego y ahora todas las miradas socialistas apuntan a él para un hipotético futuro.

Es verdad que ese es un puente que de momento no se va a cruzar pero la resistencia de Page en medio del desastre del PSOE de Pedro Sánchez, hundido en gran parte de España, es un indicador de que su perfil personal, la marca propia que representa por encima de las siglas socialistas, tiene una fuerte pegada electoral y un enorme tirón popular entre los castellano-manchegos. Es verdad que su victoria ha sido por la mínima y que un puñado de votos podrían haber inclinado la balanza hacia la suma del PP con Vox para que Paco Núñez fuera el próximo presidente de la Junta, pero también es innegable que el empujón final de Page le ha dado una victoria que resulta incontestable.

Una victoria que tiene aún más merito si se tiene en cuenta que el PSOE se ha desplomado en las principales alcaldías de Castilla-La Mancha y que, a partir de ahora, será el PP el partido que gobierne junto a Vox en muchos ayuntamientos. Page tendrá que lidiar con esta complicada situación de ser, por un lado, una isla a nivel nacional en el PSOE, y por otro, un gobierno de izquierdas en un territorio con una mayoría de alcaldes de derechas. Ha sido llamativo y sorprendente que el PSOE perdiera esta noche ayuntamientos tan importantes como Toledo, Guadalajara, Talavera, Ciudad Real y Albacete.

La felicidad electoral para García-Page no ha sido completa, pero su victoria es heróica en el PSOE. En Castilla-La Mancha y sobre todo en España. Un resistente. Un mago. Un animal político que ahora, quien sabe, puede tener un nuevo futuro por delante. Todo dependerá de lo que pueda pasar en los próximos meses, con las elecciones generales a la vuelta de la esquina y un Sánchez más que tocado a partir de esta noche. El presidente del Gobierno convirtió la campaña en una carrera política nacional y la ha perdido, mientras que Page ha resistido y ha ganado con una ajustada mayoría absoluta que le permite seguir en el poder y, tal vez, abrir nuevos horizontes.

Enfrente ha tenido Page a un Partido Popular que no ha respondido a sus propias expectativas en Castilla-La Mancha y que, aunque cerca de sumar mayoría absoluta con Vox, se ha quedado muy por debajo de lo que esperaba. Paco Núñez ha mejorado sus resultados de 2019 pero no lo suficiente para arrebatar la Presidencia de la Junta a Page, y ello a pesar de que Vox sí ha cumplido con los 4 escaños que le concedían las encuestas, e incluso mejorando algunas de ellas. El equipo de Núñez esperaba obtener entre 14 y 15 escaños y se ha quedado en 12, una cifra insuficiente para desalojar a Page del Gobierno de Castilla-La Mancha. Aunque los populares han ganado ampliamente en muchos ayuntamientos importantes de la región, Núñez no ha conseguido despertar la ilusión de muchos ciudadanos que sí han apoyado al presidente Page.

Existen muchas perspectivas y análisis que pueden hacerse de esta victoria de Page, pero hay otra importante: la victoria de Page en Castilla-La Mancha es muy agridulce para el PSOE regional. No sólo por la derrota abultada y general del sanchismo en España, sino también por su importante retroceso en el poder municipal en la región.