El alcalde de Pelahustán, Ramón García Soto (PSOE), ha anunciado, en carta enviada a este diario, que ha presentado una denuncia contra mí en el cuartel de la Guardia Civil, pues según dice, he puesto en entredicho su ética, al tiempo que me acusa de “mentiras y difamaciones”, al no aceptar mis objeciones a la forma en que se ha llevado a efecto el proceso de vacunación en esta localidad de la Sierra de San Vicente. Parece que el Sr. García no ha sido educado en los valores de la democracia, que exigen a los cargos públicos admitir críticas, y respetar en los demás el ejercicio de la libertad de expresión. En concreto, lo que parece que ha molestado al alcalde ha sido el siguiente párrafo de mi queja ante la Consejería de Sanidad:
“Resido en una pequeña localidad, donde la mayor parte de la población ya ha sido vacunada, en particular la de mi tramo de edad, si bien el proceso adolece de anomalías, como la de quees el ayuntamiento, en concreto el alcalde, quien se encarga de avisar y decidir cuándo se vacunan las personas, por lo que dudo mucho que el SESCAM esté cumpliendo los protocolos establecidos”.
Mi censura a la actuación de las autoridades ha sido por entender que, en este singular caso, se ha ido más allá de la colaboración administrativa Ayuntamiento-SESCAM, y que es lo que argumenta en su escrito el alcalde para justificar lo que no tiene justificación. Según mi versión se han manejado los listados del SESCAM y decidido fechas de vacunación y, a la vista de la furibunda y desproporcionada reacción, no se admite critica alguna, en particular si viene de quienes no somos de su grupo de amigos y seguidores; es decir, nada que no sea la adulación o el vasallaje. Le anticipo al alcalde que ha pinchado en hueso, si lo que pretende es que me someta a su particular modo de gobernar este pueblo, ese que usted considera su cortijo; y si lo que pretende con su denuncia es amedrentar, pues le digo lo mismo; a estas alturas de la partida no le tengo ningún miedo.
Toda persona que ha preguntado en este pueblo cuando le tocaba vacunarse, ha tenido finalmente que acudir o llamar al señor alcalde, como si de una cuestión graciable se tratase. Nadie, y esto no parece normal, ha recibido un aviso o llamada del SESCAM. La colaboración administrativa a la que hace mención el Sr. García no ha sido tal; esta modalidad hubiera supuesto, por ejemplo, la presencia de un empleado municipal en el consultorio médico, controlando la entrada de personas y el mantenimiento de las distancias, pero no, no ha sido así, ha sido el alcalde quien ha hecho valer su presencia, lista en mano, haciendo valer que era él quien decidía y mandaba en todo el proceso. Otra forma de colaboración administrativa, que podría haber utilizado el Ayuntamiento, pero no lo ha hecho, ha sido la utilizada en muchas otras localidades, la Web municipal, donde se indican días y horarios de vacunación en función de tramos de edad.
Mi natural curiosidad me llevó a indagar como se estaban produciendo los procesos de vacunación en otros pueblos de similares características; y mis interlocutores no salían de su asombro, al referirles lo que en mi pueblo ocurría con las vacunas. Es decir, parece que el SESCAM no se deja querer en todos los sitios por igual.
En mi caso, no he acudido a la autoridad local, por entender que el ayuntamiento no tiene nada que hacer en este asunto, y he esperado pacientemente a que me citase el SESCAM, es decir, el organismo que tiene encomendada la gestión del proceso de vacunación. Esto no se ha producido, y tampoco desde el ayuntamiento me han “avisado por teléfono en repetidas ocasiones”, pues de ser cierto, el alcalde no habría manifestado en la consulta, el pasado día 5 de mayo, ante varias personas, que no tenía mi número de teléfono. Sí lo que tenía delante era el listado del SESCAM estaba mintiendo, pues en mis llamadas a la Consejería de Sanidad, para reclamar mi vacuna, pude comprobar que tenían todos mis datos: domicilio, teléfonos y correo electrónico, facilitados en su momento, según me dijeron, por la entidad de la que soy socio, Mutualidad General Judicial.
Tampoco es cierto que se me dijese el día que me correspondía vacunarme. En cuanto a una presunta visita a mi domicilio no existe constancia alguna de la misma, pues si fuese cierto, y más si el alcalde, como dice, acudió acompañado de un empleado del ayuntamiento, me habrían dejado un aviso en el buzón o recado con alguno de mis vecinos. Otro de los errores de la carta del alcalde está en incluirme en el tramo de 70 a 79 años, que puede que sea el suyo, pero no es aún el mío.
Las únicas noticias que he tenido de mi presunta citación para vacunarme, son dos llamadas telefónicas, en días diferentes (5 y 26 de mayo), de personas que me conocen en el pueblo y que, al haber escuchado al alcalde decir en el Consultorio Médico que no se me localizaba, me telefonearon. Pero claro, esto se producía en unos días, precisamente, en los que yo no me encontraba en el pueblo, algo que sabía muy bien el señor alcalde, por haberme visto salir de la localidad unas horas antes. Es decir, se me llamó, pero no lo hizo el SESCAM ni el Ayuntamiento, si no unos vecinos, y, como era previsible, a toro pasado.
Puesto que el alcalde, en un acto de soberbia y autoritarismo que denota su origen, ha elegido la vía de los tribunales, estaré muy satisfecho de colaborar con la Justicia y poner mi teléfono móvil, mi ordenador y mi línea fija a disposición de la policía, a fin de que se hagan las pertinentes investigaciones y comprobar quien dice la verdad y quien miente.
Este tipo de actuaciones, de clientelismo político, no son algo nuevo, en la ya larga permanencia en la alcaldía del señor García, 12 años, a la que llegó primero como concejal único de un partido independiente, para más tarde apuntarse al PSOE. Lo cierto es que lo tiene fácil, sin oposición alguna, con un PP desaparecido en la localidad, pues ni siquiera cuenta con personas para presentar candidatura, por lo que ancha es Castilla. Ahora, con esta denuncia, el alcalde de Pelahustán ha traspasado una línea roja, y ha cometido un gran error político, que espero rectifique por su bien, o le sea rectificado por quien puede hacerlo.
Puesto que la siguiente convocatoria, puede que sea en los juzgados, y no en un consultorio, pues sigo sin vacunar, quizás sea el lugar para hablar de otros temas, como la tradicional poda de encinas y enebros en predios comunales, por parte de una empresa ajena al pueblo, además de la graciable venta de leña a algunos vecinos, sin olvidarnos de la habitual opacidad en otros asuntos municipales de interés general.
Con esta carta doy por finalizada la polémica, por lo que no contestaré si hay replica, reservándome, eso sí, la posibilidad de acudir ante la jurisdicción civil, o incluso penal, en demanda de auxilio judicial para poner coto a estos desafueros.