El adiós de Cospedal
Recuerdo una tarde rara, allá por el otoño de 2010; era un día como el de hoy, más o menos, el mismo Toledo con su frío de piedra y siglos. Nada más acabar el informativo de COPE Castilla-La Mancha me subí a un taxi que me llevó a la Ronda de Buenavista. Allí hay un soportal un tanto raro y un bajo modesto donde tienen su sede los populares de Castilla-La Mancha. Tuve una reunión extraña: un buen hombre hacía lo que creía que era bueno, aunque no lo fuera. Hubo una amenaza y una promesa, ambas directamente relacionadas con las inminentes elecciones autonómicas. La profecía de aquel buen hombre equivocado se cumplió y yo aprendí una enorme lección: la política se hace a oscuras.
Ahora que han pasado los años y yo sigo creyendo en la luz del periodismo, la oscuridad se ha cernido políticamente sobre Cospedal y su reino, que parecía indestructible. Los que hemos visto a la expresidenta de cerca sabemos que, en lo personal, era una persona afable y que, en lo político, podía ser demoledora. Una vez, tras grabar una entrevista telefónica en la que no le gustó una pregunta, se despachó con un exabrupto nada cariñoso hacia mi persona. No sabía que yo seguía a la escucha. Ella era así, directa, franca, una de esas personas que emanan poder.
En la despedida de Cospedal hemos podido comprobar lo cruel que es la política. Aquellos que la alababan hasta la náusea se han escondido en nuevas faldas, su antiguo ejército de palmeros acumula desertores y sus adversarios, ay, esos son los peores, sonríen maliciosamente mientras acumulan la leña del árbol caído en el cobertizo de su vergüenza. Algún día les tocará a ellos, porque no hay despedida política sin acreedores. "Cuando alguien es mala persona con los ciudadanos, lo es incluso con los compañeros de su partido”, dijo Page en la despedida de Cospedal. Pudo ser justo, honorable, moderado y elegante, pero eligió la venganza.
Cospedal ha recorrido la oscuridad de la política. Es cierto. Ha vivido en la sombra y en ella ha dejado por el camino cadáveres exquisitos. Pero no es una mala persona, si es que esa categorización moral tiene sentido en estas lides. Creo honestamente que su labor al frente de la Junta fue eficaz. Acertó en las grandes decisiones –reducción del gasto público, contención fiscal, apoyo al emprendimiento, reconocimiento a sectores estratégicos como la caza, los toros o el comercio- y, sí, falló en lo estético, que es casi la única virtud de quien ahora la desprecia. Algún día Page dejará la política y saldrá de esa sombra en la que lleva instalado 30 años. Ojalá encuentre entonces la compasión que él le ha negado a Cospedal.
Recuerdo aquellas anécdotas del pasado con serenidad, como una muesca en la biografía, un recordatorio de ese mundo gris que huye de la luz para garantizar su supervivencia. La política es 'El Reino' de Sorogoyen y 'El Padrino' de Puzo y Coppola (esa puerta que se cierra separando la oscuridad de la luz), es un escupitajo en la cara de un ministro, una mentira en televisión y un sobre sin remitente; un aeropuerto fantasma, una caja de ahorros desahuciada, una mirada hacia otro lado, una vida solitaria… La política es un adiós sin abrazo.