Hay que elogiar la posición del presidente de Castilla-La Mancha, el socialista Emiliano García-Page, al dejar clara su defensa de la democracia en Cataluña y su tajante rechazo del referéndum ilegal convocado por los separatistas y suspendido por el Tribunal Constitucional. A lo largo de esta semana y en varias ocasiones, Page ha sido muy rotundo al defender la Constitución española y censurar los ataques a la libertad y la democracia que vienen perpetrando desde las instituciones los independentistas que quieren romper unilateralmente nuestra nación.

Aunque el presidente de Castilla-La Mancha todavía no ha salido a reprochar a su vicepresidente segundo, José García Molina, de Podemos, su tibieza y la de su partido en la defensa de la legalidad democrática en Cataluña, con una posición incierta y dudosa, al menos Page sí ha expresado rotundamente su opinión en torno al referéndum separatista, sin medias tintas ni posiciones ambiguas. Es lamentable que en el Gobierno de Castilla-La Mancha haya disparidad de opiniones en torno a un asunto tan evidente y que todo un vicepresidente de la Junta, que como tal representa a todos los castellano-manchegos, manifieste actitudes poco diáfanas al respecto.

Tanto el PP como el PSOE como Ciudadanos, los tres grandes partidos de implantación nacional, han expresado estos días su posicionamiento contra el referéndum de forma rotunda e indudable, una posición muy distinta de la que mantienen García Molina y Podemos como partido, que se mueven en una incompresible equidistancia y en una extraña ambigüedad que pocos entienden en Castilla-La Mancha. Page sí lo tiene claro y esta posición hay que alabarla como presidente de todos los castellano-manchegos.