La reforma constitucional, el Gobierno de Page y las aparentes contradicciones
Castilla-La Mancha ha conmemorado oficialmente el aniversario de la Constitución Española con un par de días de adelanto sobre la fecha real para o interferir en los actos que se han llevado a cabo a nivel nacional el día 6, en un momento delicado para definir el futuro de España y cuando algunos partidos políticos insisten en reformar el magno documento que ha propiciado el mayor periodo democrático de la historia de España. Y también el más fructífero en desarrollo económico y avances sociales. De ahí que otros grupos se resistan a cambiar lo que tan bien está funcionando y que no debe ser modificado para impedir que determinados territorios quieran separarse del resto con la impresentable pretensión de disfrutar en solitario del privilegio de ser las regiones más desarrolladas. No entienden que esos privilegios derivan precisamente de su pertenencia al conjunto del Estado y que la independencia provocaría su aislamiento, el empobrecimiento de sus estructuras económicas y sociales y la pérdida de calidad democrática.
Como bien expresó el pasado martes el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, la Constitución Española es "un antídoto a los fanatismos" por lo que defiende su reforma, siempre y cuando esa revisión no suponga darle "una voltereta". En ese sentido Page juega acertadamente con los grandes conceptos en defensa del actual estatus constitucional, alineándose tímidamente con la idea de la actual dirección de su partido de reformar en profundidad la Carta Magna, sobre todo en lo que afecta al nuevo modelo de país, que en el caso del PSOE quedaría definido por el concepto de una España plurinacional que se concretaría en un modelo federal todavía no especificado en toda su magnitud. El debate en la región se centra precisamente en la figura de Page y en la aparente contradicción que supone su defensa a ultranza de la actual Constitución y el hecho de mantener en su Gobierno a los miembros de un partido que quiere acabar con ella. Y es que esos grandes conceptos políticos a que nos referimos van en ocasiones por un lado mientras el día a día del gobierno de lo público va por otro.