El culebrón presupuestario o la cruz de navajas
El presupuesto del diecisiete se ha convertido ya en el culebrón del verano después de un prometedor inicio primaveral. Yuguladas las cuentas en las Cortes un Viernes de Dolores, ni los sesenta días completos de la Pascua han sido suficientes para encontrar una solución a tanto despropósito. El presidente ha perdido también su apuesta política dentro del partido y dice tomarse un tiempo de reflexión que coincidirá con el estío. Asegura que no es la mejor solución, pero que si no queda más remedio se verá abocado a la convocatoria de elecciones. El PP coge el guante y dice que puede llenar un autobús con candidatos mejores que Page. Podemos tumbó las cuentas después de pactarlas, entró en catarsis. Se mataron, se odiaron, se abrieron en canal y vuelven como si nada, cosiendo con negro oscuro hilo. Molina se mira al espejo y Llorente muda el jersey de lana por el de lino. Lo que cambia una vocal.
La ciudadanía no entendería una convocatoria electoral ni aunque la explicara el mismo Papa de Roma. Castilla-La Mancha no es Cataluña, que hay elecciones cada dos años y ponen las urnas de cartón cuando les place. No hay razones ni motivos suficientes, todos perderíamos; los primeros, unos ciudadanos que tratan de aventar con la recuperación económica y ven a los políticos pendientes de sus cosas, generando problemas en lugar de solucionarlos. Es verdad que si no hay presupuestos, la culpa principal es del Gobierno. Pero vista la traición de Podemos y su política chiripitifláutica, el PP debería actuar con responsabilidad, previa bajada del árbol del propio PSOE. Unas elecciones no interesarían a nadie. Al que menos, Podemos, que ya se ha hecho caquita pidiendo pactar las cuentas antes de que a las Cortes lleguen. ¿Para qué, para tumbarlas de nuevo? A Molina podría volarle el escaño y a Llorente, deportarlo a un cajero automático.
Si Emiliano convoca elecciones, sería la constatación evidente de su fracaso político. Pero quizá fuera el que menos tiene que perder, entre otras razones, porque ya lo ha perdido todo, el presupuesto y el partido. Sigo diciendo y escribiendo que todo aquel que lo minusvalore, va dado. Siempre encuentra un resquicio o rendija por los que colarse. En esta ocasión, cuando los elementos se vuelven en contra y el viaje parece más calamitoso que la propia Odisea de Homero, la única solución para quebrantar y doblar los obstáculos es hacerse más pequeño. El héroe sabe de sus limitaciones y finitud frente a los dioses. El hombre romántico aparecía minúsculo al lado de la tormenta portentosa de la Naturaleza. Si el PP no da el oxígeno, no le quedará más remedio que volverse liliputiense, con el riesgo de que David pueda encontrar la honda con que tumbar a Goliat.
Porque el PP se presenta aquí como el partido fuerte, unido y compacto, al mando único de la voz de su generala. Quizá es el que menos pudiera temer la convocatoria electoral. Pero como diría mi admirado Rodríguez Brown por las mañanas en Onda Cero, cuidado... Es verdad que tiene políticos muy bien preparados y con cartel. Pero contar con veinte es lo mismo que con ninguno. A Cospedal ni Dios la mueve del Ministerio, entre otras cosas porque ha entrado de nuevo en la carrera sucesoria de Mariano. Si María Dolores tiene tranquilo el partido, con aguas mansas y plan de futuro a dos años, ¿le conviene remover ahora el patio trastero? ¿Quién sería el candidato? ¿Si ganase, mandaría más que ella? Es verdad que Cospedal ha demostrado que nada la achanta. No le tembló el párpado para poner a Bárcenas de patitas en la calle y abrir la caja de los truenos. Ha demostrado tener criterio y autoridad con la mirada, como los que de verdad mandan. Si el PP se abstiene en el presupuesto, con las pertinentes modificaciones, demostraría generosidad y altura de miras. Sería el mejor salvoconducto para las elecciones del diecinueve. Unos comicios ahora podrían ser brutales, tremendos, salvajes. Todos contra todos y el machete en la boca. Guerra de guerrillas, casa a casa, puerta a puerta. El poderío mediático español entero mirando acá. En ese escenario, no siempre el ejército napoleónico es el que gana. Aparte está Rivera, que también quiere entrar y anda llamando a la puerta.
Celia Cruz versionó el tema que José María Cano hizo para Mecano. Ana Torroja decía que era un verdadero culebrón. Cruz de navajas por una mujer, brillos mortales despuntan al alba, sangre que tiñe de malva el amanecer... Algo así se me representa este culebrón manchego de siesta en julio, mosca, cal y añil. Ha habido redada en el treinta y tres y Mario llega a las cinco menos diez... Muy temprano. Y a partir de ahí, nunca sabes lo que puede pasar.