Decenas de miles de personas pidieron ayer en la Plaza de Colón de Madrid elecciones anticipadas y el fin de las cesiones que el Gobierno de España ha realizado a los independentistas catalanes. La ocurrencia de la figura del relator que Pedro Sánchez compró a Torra y Puigdemont prendió la mecha que faltaba para incendiar el ruedo ibérico. De Page a Lambán, de Guerra a González, el Psoe ardió por los cuatro costados y las llamas llegaron a las barbas de Carmen Calvo hasta el punto de anunciar la suspensión de las negociaciones con los indepes. Iván Redondo encendió el mechero. Cómo lo vería Pedro para caer del Falcon como Pablo del caballo. Lo más tremendo de la manifa de ayer es que el presidente del Gobierno ha conseguido que la derecha vuelva a adueñarse de la bandera de España, sojuzgando y sometiendo al Psoe entero a su conveniencia. Pedro no es un felón, es un oportunista con vistas a su espejo.
Dudo mucho que los indepes mantengan las enmiendas a la totalidad, porque saben que no tendrán ningún interlocutor más blando que Pedro. Su gran dilema es medir la tensión de la cuerda de la que tiran, porque como la rompan, el presidente del Gobierno es capaz de aplicar un 155 draconiano con tal de seguir en el Falcon. La manifa de ayer es el robo de queroseno con que Pedro contaba para volar. De ahí que el viernes anunciara la ruptura de relaciones. Pero, que sepamos, ni Torra ni Sánchez se han devuelto el rosario de mi madre. España pende de un hilo.
Lo peor de este domingo de febrero es que el Psoe de verdad no pudo estar en Colón. Iñaki Gabilondo lo ha dicho; Ángels Barceló, también y Alfonso Guerra ha puesto la puntilla. España no es Yemen ni Burundi ni Burkina Faso. No ha habido guerras ni genocidios. Por eso, ningún español que no esté alienado comprende que el presidente del Gobierno ceda a esta pretensión a cambio de unos presupuestos. Como dice Emiliano, es para mostrarse perplejo. Algún día habrá que valorar en su justa medida a los que estos días de febrero se jugaron el pellejo.
Pedro Sánchez mintió cuando presentó la moción de censura y prometió elecciones lo más pronto posible. A partir de ahí, lo demás es baldío. Podríamos sacar el argumento de la derecha y la felonía arguyendo que Pedro traiciona a España. Creo que traiciona a su partido por salvar su pellejo. Y, mirando su espejo y lo guapo que es, decidirá el futuro. La amargura de España es la de un dirigente que busca dividir el país para salvar el brillo de su mentón.