He pasado el puente en Ciudad Real y no se habla de otra cosa. La lotera del Carrefour, que ya ha tenido mala suerte la cadena con que su nombre se vea mezclado en esto, le ha sisado dieciséis mil euros a un cliente que fue a comprobar en terminal un boleto del Gordo de la Primitiva. Le dio el resguardo, salió el premio y ella le hizo creer que se trataba de un error informático. Para convencerlo, volvió a pasarlo de nuevo, habiendo cambiado ya como un trilero el bueno por el malo, con lo que la máquina calló. El hombre parece que aceptó las explicaciones, pero llegó a casa y sacó del móvil la foto del resguardo que había hecho para enviársela a un amigo con el que jugaba. Y ahí cantó la gallina y la Virgen de la Cueva. Tronó y denunció a la policía. Nos podrán robar los políticos, pero no las ilusiones. La lotera ha cometido un delito de rebelión contra los sueños.
Se llama Chelo y se le va a caer el pelo. Me cuentan que es de Almagro y que el policía que fue a detenerla la conocía del pueblo y no daba crédito. El banco sí se lo dio, pero al salir por la puerta le pusieron las esposas. Que la detengan, que es una mentirosa, malvada y peligrosa. Chelo dice que no, que eso no es así, que es un bulo y que ni pensar quiere que se trate de artimañas de la competencia. Pura filfa. Yo vi la nota de la policía que llegó a la radio y contaba exactamente lo ocurrido, aunque no daba nombres. Los agentes investigan si no es la primera vez. Una pena, Chelo, una pena. Tienes cerrada la administración ya quince días por enfermedad. O eso dice un cartel a la puerta. La enfermedad del corazón, de la avaricia loca y descosida, aquella que sella de ponzoña las telarañas vacías del alma. Has hecho Halloween tú sola, vaciándote como una calabaza. Eres bruja de estaño en lugar de oro, un aquelarre de millones quemados. El único consuelo que nos queda, Chelo, es el de la peregrinación. Sí, mujer, como el Ecce Homo de Borja. El arte es el exceso hacia arriba o abajo, invertido o colosal, pero exceso. Cómo no va a venir nadie a la casa de la estafa, revés oscuro y tétrico de noviembre. A los españoles nos va la marcha y seguro que compramos en Navidad. Yo me la quedo, la gestiono con unos amigos y ponemos polvorones con vasos de agua a la puerta. Para que pasen. Y seguro que pasan, Chelo, seguro que pasan. Una administración de lotería es una mina. Mira cómo Montoro y Montero no quitaron ni una. Como tampoco estancos. Si disminuye el tabaco no es por el Estado. Es porque la gente quiere morir de otras cosas. Pero tributando, claro.
Yo creo que las elecciones las tendría que resolver Chelo, la lotera, en la Plaza del Pilar. Junto al kiosco del Chota. Del árbol de la suerte al árbol de las sombras. Y salíamos ganando todos, aunque sólo fuera con participaciones. El futuro es muy oscuro y trae cuenta jugar a esto. El día diez he comprado un décimo a ver qué pasa. Con la terminación o el reintegro me conformo. Dejad a Chelo, que seguro saca la bola que no es.