¡No hagáis política!
Es el grito que se escucha desde las bancadas que un día sembraron odio antes de que naciera esta primavera rota. Política lo es todo, desde la actitud con la que se enfrentan problemas hasta la aptitud para resolverlos. Y lo único positivo que tiene una crisis como la que nos ha tocado vivir es que aquí se retrata todo el mundo, con sus mejores y peores perfiles ante la cámara. Y el que esté atento capta la instantánea y se la guarda para el recuerdo. España es hoy un daguerrotipo de las pinturas negras de Goya.
El ciclón del coronavirus se lleva vidas sin crisantemos en el cementerio. El virus ha cercenado el único consuelo que a los vivos nos queda tras el óbito, que es velar a los muertos. Olas huracanadas de cadáveres se apilan y amontonan a nuestra vista. España va tras Italia, que ha superado a China. Y, sin embargo, Alemania, con casos similares cuenta con menos muertos. Merkel les ha dicho a sus compatriotas que es el peor drama al que su país se enfrenta desde la II Guerra Mundial. Qué importante es llegar a la crisis con el depósito de credibilidad lleno.
En España, el Rey ha matado al Rey para darle larga vida. De ahí para abajo, el resto. El Gobierno mantiene indultos, cambia el CNI para meter al Coletas y ni el presidente ni el vicepresidente guardan la cuarentena. Estos son los hechos, que son los que valen, no los discursos. El mitin de Sánchez el sábado por la noche pudo ahorrárselo. Aún así, simpatizo con el gobernante en la hora máxima de la responsabilidad y siempre le concedo el beneficio de la duda. Pedro tiene otra oportunidad, pero ignoro si la aprovechará. La improvisación y falta de planificación son evidentes. Sin embargo, la política ahora es buscar todas las soluciones posibles para enfrentar la catástrofe sanitaria que sobreviene. Lo demás, por el momento, secundario. Quien mejor lo ha entendido, como siempre, es la sociedad civil, que empezó a organizarse por su cuenta antes de que nadie la confinara. O Amancio Ortega, al que sin que nadie se lo pidiese, ha puesto a trabajar sus fábricas a destajo para material sanitario.
Cuando se pide no hacer política, me sonrío. Qué hizo el Psoe el 11 de marzo, qué hizo cuando el ébola el mismo que hoy pide cierre de filas. Qué está haciendo Podemos con las caceroladas en los balcones. La arrogancia y la soberbia se pagan caras y los muertos caen como chinches en esta primavera negra. Cuando se dice “ya habrá tiempo”, precisamente lo que falta es tiempo. Pero hay que estar con las instituciones, cualquier otra alternativa es peor. Y equipar a nuestros sanitarios al máximo. Y a los cuidadores, y a los viejitos. Me queda el consuelo de que es la hora de la nación y una vez más, España lo demuestra. Catalanes y vascos terminarán pidiendo la presencia del Ejército. Cuánto tenemos que aprender de los militares. Disciplina, ejemplo, espíritu de sacrificio. Y moral de victoria, como decía uno de sus generales. Venceremos al virus.
La política, insisto, lo es todo. Y retrata además a cada uno de sus actores. España es una morgue a la que hasta le han quitado las plañideras.