Pedro Sánchez debe indultar a Morata y Luis Enrique antes que a los presos del procés. Su condena a galeras por parte de la afición española es más que evidente; uno por torpe, otro por chuleta. El madridismo no los traga y el fútbol tampoco. Gaspar Rosety, uno de los mejores narradores radiofónicos, decía de Luis Enrique que era más inútil que la primera rebanada del Pan Bimbo. Uno, que sigue siendo culé pese a todo, no llega a tanto, pero lo demostrado hasta ahora era para que los llevaran donde Puigdemont, huidos, prófugos. Sobre todo, cuando se tiene a Yago Aspas en el exilio como al Rey Juan Carlos. Los españoles tenemos fama de espléndidos.
La situación de la selección es parecida a la de la política nacional. No metemos un gol ni aún queriendo. Y eso que Pedro Sánchez lo hace en propia puerta. Ha extendido el golpe de Estado catalán al resto del país y se ha garantizado ya quince o dieciséis legislaturas más viviendo de la división y el oprobio. El socialismo ha pactado con el independentismo y en lugar de hacer dream team, nos ha traído un insoportable catenaccio, que no mete gol ni a puerta vacía. Falta el Antonio Pérez de Bruselas con palacio en Waterloo para completar toda esta leyenda negra.
Los verificadores de bulos debieran comenzar por la propia Historia para desmontar algunas de las fake news que han llegado a nuestros días. Como que amar España sea facha o que nuestro país es un estado opresor. La leyenda negra es la primera fake news de la época moderna que hicieron los ingleses para cargarse España, con la increíble suerte para ellos que nos la tragamos como un sable. Y hasta hoy, con un presidente del Gobierno de leyenda negra, que sablea obispos y empresarios como pollos en asadores de feria. Las sotanas y las élites se diluyen así en el fuego del infierno y los maletines, donde ninguno guardará la honra y todos morirán enfermos. Enfermos del alma, claro.
Los jugadores de la selección en este panorama hacen lo que pueden. No meten un gol ni con VAR ni al arco iris, el punto exacto por el que Pedro se pasa al Rey y los indultos. El presidente del Gobierno tirará a bloque y huirá hacia adelante, sabiendo que en su mano tiene el dinero y la nación. La sociedad civil ha muerto en manos del clientelismo y la subvención. Lo de Garamendi lo demuestra. El chavismo ya está aquí si hasta los empresarios se rinden. Sánchez solo espera como Luis Enrique, que las contradicciones hagan su trabajo y todos se enfrenten contra todos. Pero no llega el gol y es difícil que llegue. El trágala que nos impone el señorito es de los de aúpa y Sánchez quedará como el gol de Cardeñosa en los anales del oprobio.
Lo que no cuenta nadie es que hay pueblo, hay nación, hay sustrato, hay una España que se mueve por lo bajo, silente, callada, que no acepta autoindultos y no se muerde la lengua. Una cosa es la opinión pública y otra la publicada, decía Felipe González. Y estos de la rapiña catalana no nos la dan con tumaca. El Rey ve el partido desde el palco y repasa la Constitución. Si la lee con detenimiento, igual se escapa. Y la afición pide goles o que le agranden la portería a Morata. Si se pone fea la cosa, Pedro lo indulta. El Estado soy yo y todos los demás, de derechas.