Las elecciones las carga el diablo y las convocatorias tácticas, ni te cuento. A Casado le sale el Mañueco por la culata en la guerra fratricida que mantiene con Ayuso y a partir de ahora tendrá que sudar tinta para entenderse con Vox. Él lo ha querido y propiciado. Casado convocó para decirle a Ayuso que no era ella quien ganaba las elecciones de manera abrumadora, sino el Partido Popular. Visto lo de anoche, mejor que vaya buscando el punto de cruz o la labor para retirarse a los cuarteles de invierno y dejar definitivamente a la presidenta madrileña. No solo no ha vendido la sede, sino que permanece en la misma, con idéntico número, el trece, aunque no en Génova sino en Rue del Percebe. Ha hecho un pan como unas tortas, inflando a su rival y pasando a depender de él. Ha cambiado a Ciudadanos por Vox, para regocijo de Sánchez, que no gana, pero tampoco pierde. El brujito Casado se enrocará y los teodoros seguirán haciendo de las suyas, mientras el Sultán Moreno se tira de los pelos por no alcanzar las barbas de Casado.
La izquierda baja aunque disimula su fracaso con el carajal de la derecha. Sánchez se fuma un puro y espera que se desarrollen los acontecimientos y caigan las hojas del calendario. Ahora disfrutará con la guerra civil que se abra en la derecha y esperará agitar el fantasma de Vox otra vez, su verdadero botón nuclear. El partido de Abascal ya ha pedido entrar en el gobierno, aunque habrá que ver cómo ejercen. A Santiago y cierra España lo que le interesa es el país y no una autonomía. Y sobre todo, tocar las gónadas a Casado hasta dejarlo exhausto. Hala, Pablo, a celebrar San Valentín.
Ciudadanos desaparece en este escenario polarizado para desgracia de la política española. Hay algo que los analistas no apuntan, pero que yo veo clarísimo. Ha habido un evidente trasvase de votos entre Ciudadanos y Vox por un traspaso diáfano de la idea de una España fuerte. Para la gran mayoría de ciudadanos del interior, el más grave problema que tiene el país sigue siendo el separatismo y la increíble cabriola del Psoe, dejándolo pasar hasta el interior de las tripas del Estado. La frase de Ayuso en la campaña sigue siendo evidente, aunque haya quien la ponga en cuarentena. Es preferible pactar con el partido de Ortega Lara a hacerlo con el de sus secuestradores. Pablo, ponte el vídeo y aprende.
Las marcas de la España vacía parece que crecen a costa del Psoe; es decir, la izquierda cansada de Sánchez y Podemos, siempre mirando a Cataluña y sus intereses. Engarza con lo que antes decía de Vox y tiene mal remedio. Mientras el independentismo crezca, lo hará esta formación y las marcas blancas de las provincias al modo de Teruel Existe. Porque se sienten excluidas, apartadas por quienes además se les llena la boca de solidaridad. Nunca las palabras fueron tan lejos de los hechos.
Y de cara a nosotros, Castilla-La Mancha, lo más interesante será observar cómo se entienden Vox y PP, si es una opción razonable o una guerra fratricida que convierta la política en una montaña rusa y una tortura de riscos y peñascos. Aquí la cuestión está clara. O sigue Page y su tranquilidad o le toma el relevo Núñez con Vox. De ahí que haya que mirar con el rabillo del ojo. Madrid ya ha marcado la política de la región, hasta el punto de hacer ayusismo sin Ayuso. Emiliano no cerró ni un bar tras las elecciones madrileñas y aguantó el tirón de la Navidad impertérrito. Conserva su olfato y no descarto que se vaya más a la derecha, con puntuales gestos a la izquierda como las macrogranjas. Todas las variables influyen y el Psoe de la región es un partido abanico y atrapalotodo. Atentos al dial, que vienen curvas.
Por eso, la convocatoria de ayer es una risa floja desmedida, un sinsentido, una carambola del destino. Todo se polariza aún más e Igea llora desconsoladamente. Tezanos ha sido nombrado nuevo jefe de agitación y propaganda. El brujito de Gurugú ya es rehén de Abascal y a Mañueco le ha girado la cabeza como la niña del exorcista. No hay cosa peor que te cojan la matrícula del tacticismo y la inutilidad.