Al final, el manual de resistencia de Pedro Sánchez se reducía a una paguita de doscientos euros tras la debacle andaluza. Póngase usted a escribir libros, editar panfletos y cambiar colchones, que lo único que quedará de nosotros cuando hayamos cotizado será una paguita de doscientos euros. Dos depósitos de gasolina y subiendo. Así no hay quien tenga para el Falcon. Y fotos, muchas fotos. Eso sí, muchas fotos en la cumbre de la OTAN, que es lo que toca. OTAN de entrada no, pero si es con Pedro, vaya que vaya. Aunque sus socios se pongan estupendos y saquen la barricada bajo el despacho oficial para dar la monserga. Cierran el ministerio de ocho a tres y por la tarde se van a quemar canutos y ruedas contra Biden. La revolución era esto. Enrique Santiago es el nuevo Gramsci del año 2030, con todas las publicaciones ya subvencionadas por el contribuyente.
Ahora que estamos acabando la renta, el españolito sabe lo que le cuestan las paguitas de Pedro Sánchez. Se le está poniendo una cara de Míster Bean que tira de espaldas. Y mira que es guapo el chico, pero no arranca. Desde que echó a Iván Redondo, Sánchez no tiene quien le escriba. Y si lo hacen, les sale mal, sin metáforas y mucho metaverso. Lo último que he escuchado es que quiere ser secretario general de la OTAN, como Solana. No estaría mal la huida hacia adelante. El segundo perpetró la Logse y el primero dejará arruinado el país. Pero la idea de la NATO mola. Porque incluiría el desposorio con Van der Layen, que llevamos años esperando. Sería como un nuevo matrimonio Arnolfini, pero con Mariscal en lugar de Van Eyck. Y Biden sabría dónde está España y quién es el señor del otro día que parecía venderle cupones por el pasillo de la OTAN. Los pasillos dan para mucho y ofrecen juego si eres listo. Hay quienes han hecho toda su carrera en los pasillos y han llegado lejos. Eso y la máquina del café, medalla de oro al ascenso al trabajo.
Sánchez pondrá paguitas y tómbolas de beneficencia, aunque aquí ahora lo llamemos justicia social. Todo con tal de no trabajar. Dicen que no se presenta, pero yo creo que lo intentará y será peor que Atila, no crecerá la hierba después de que haya pasado. Si en el Psoe puso la cortinilla, en España va a levantar telares y tramoyas como las de esta semana en el Constitucional e Indra. Qué tío, no desespera nunca. Tezanos lo sabe y ya está haciendo el siguiente CIS. Se le ahúman las gafas, pero no desiste porque sabe que el chico merece la pena. Él ya tiene su paguita, con más ceros, eso sí. Pero la clave es tener algo pedir, un derecho que reclamar, un levantar la voz al señorito. Ya lo ha hecho el propio Sánchez, que se ha vuelto víctima de poderes mediáticos y sus terminales. Eso suena a plagio de Iglesias, aunque ya tiene experiencia. El plagio de Sánchez sería un acto fallido, pues a ver qué Pedro plagias, el de antes de presidente o el de después, que diría Carmen Calvo. Calvo, Iglesias, Iván, José Luis… Nombres de otro tiempo que mueve la noria del agua muerta.
La paguita será el último reducto social, el paso previo al chavismo, el vóteme porque es a mí a quien se lo debe. Al final, Sánchez se reduce a un manual de beneficencia, una inclusa de postguerra, aceite de ricino contra la derecha. Aquí huele a azufre y viene de Despeñaperros. Sánchez los ha matado a todos y ya solo le queda ponerse una paguita de viuda a sí mismo. El marido éramos nosotros y el solar en que queda España, el cementerio. Los crisantemos serán de papel, porque no hay para flores frescas. Criatura.