Son los dos que pueden presidir Castilla-La Mancha después del 28 de mayo. Uno ya lo ha hecho, Emiliano, y el otro lo intentará de nuevo. García-Page presentó el viernes su candidatura de forma oficial y el PP lo valora como una manera de notar sus incumplimientos. La cuestión es que se plantea una contienda electoral apretada, ajustada, emocionante, como nos gusta a los clásicos del oficio. Me recuerdan estos comicios a los del noventa y cinco o el once, donde se achicaron tanto los márgenes que daba vértigo asomarse a las encuestas. Ahora parece que la intención de voto favorece a Emiliano, pero la duda es si podrá gobernar con mayoría absoluta o una coalición del PP con Vox alzaría a Núñez al Palacio de Fuensalida. Los partidos engrasan sus maquinarias y unos y otros comienzan a mirar de reojo. Lo que pueda pasar a partir de ahora contará tanto como lo que hemos dejado atrás.
Emiliano es solvente, íntegro y cariñoso. Se ha formado en la política desde los diecinueve años, cuando entró de concejal con Joaquín Sánchez Garrido. Bono le echó el ojo y lo llamó como portavoz cuando todavía no se le había ido la cara de crío. Ya entonces demostró ser el más listo, el más inteligente. Su política con los medios ha creado escuela y le ha dado réditos enormes, como pudo verse, por ejemplo, en la pandemia. Me sorprendió que Bono no lo dejara al frente cuando marchó a Defensa, pero pudo la lealtad con Barreda. Lo enviaron al ayuntamiento a ver qué pasaba y resultó que se comió a Molina y lo que vino más tarde. Siempre ajustó sus victorias. Incluso en el congreso de Sevilla, cuando apoyó a Rubalcaba frente a Chacón en el último momento. Es un socialdemócrata de corte clásico, reconocible, perfectamente identificable. Se fajó contra Cospedal y le sirvió también para el resto de su carrera. Ahora el titán se llama Sánchez y tiene múltiples fauces y colmillos para devorarlo. Pero por eso marca distancias. Y más que deberá hacerlo. Emiliano ha de convencer a sus paisanos que es más práctico votarle a él para tocarle las pelotas a Pedro y mandarlo a las catacumbas. Solo así podrá ganar en una tierra de derechas. Él lo sabe, sonríe y calla. Nota el vacío de Ferraz detrás, pero todo lo que es hueco se llenará de pronto cuando lleguen las victorias una tras otra. El partido en su tierra, lo tiene a muerte con él. De momento, son sus horcas caudinas de mayo. Ya tuvo los idus con Podemos y Molina y les tomó la matrícula. Cada vez que habla, tiemblan los morados porque les tiene cogida la medida. Al final, estos señores solo querían mamar de la burra.
Paco Núñez es joven y está a las puertas de su gran momento. Ha venido trabajando como la hormiguita calladamente, sin dar demasiado ruido, pero se ha plantado a tres meses de las elecciones con posibilidades de llevarse el gato al agua. Lo tendrá dificilísimo, pero ya solo el hecho de abrir rendija alguna es un mérito enorme. Ha sido alcalde de su pueblo y le brillan los ojos cuando habla de Almansa. Pasó por la barra de un bar, que eso da escuela para la vida, la política y lo que venga. Presidió la Diputación de Albacete cumplidos apenas treinta años y se convirtió, desde las Nuevas Generaciones, en uno de los rostros evidentes del PP en la región. Cuando Cospedal, tuvo rachas. Desde la admiración a, según me cuenta, ser el único que le decía a María Dolores las cosas cuando no iban bien. Se fajó con Charly en unas primarias que ganó de calle, pero a cambio corre desde entonces con la sombra de Cospedal, su legado y el haber sido su candidato. Pasó la travesía del desierto, negoció la liberación del tercer mandato presidencial después de unos malos resultados para salvar a su grupo y ahora llega con las posibilidades intactas. En su contra juega que Feijóo no quiere ver a Vox ni en pintura y que, probablemente, desautorizase un pacto tras las elecciones si el PP no es la fuerza más votada. Emiliano es el socialista bueno, como el lobito de Goytisolo, y si a alguno se le puede dejar el gobierno, es a él. Pero esto ya es adelantarse cuatro pueblos a lo que está por venir. Por ahora, Page y Núñez, Núñez y Page, igual que los bolis bic, dos escrituras a elegir.