Dice el CIS de Tezanos que la mitad de los españoles están por dos relaciones sentimentales a la vez o el poliamor. Viniendo de quien viene, bueno será ponerlo en cuarentena, aunque pudiera ser que tan buen siervo de su señor le echara un cable ahora para justificar el poliamor de Sánchez con Bildu y Esquerra. No hay nada que descartar y en Tezanolandia, todo es posible. Pero sí, hay una corriente mayoritaria por el poliamor y eso algunos ya lo veíamos venir de lejos. No nos llamarán influencers ni tiktokers, pero basta husmear el aire para saber por dónde van los tiros. En realidad, el poliamor es tan antiguo como No desearás a la vecina del quinto, que si algo confirmaba esa película es que lo peor no es que te guste Céline Dion, sino la que te vende la barra de pan todos los días. Sabíamos que era un deseo oculto, pero ahora sale a la luz. La primavera la sangre altera y tiene el corazón razones que nadie sabe explicar. El poliamor es tendencia y vamos a montárnoslo todos juntos antes de que sea tarde. Aunque como en todo, siempre hay excepciones.
Page no es de poliamor, porque dicen los que de esto saben, está solo frente al mundo y frente a todos. Así, al menos, lo leí este fin de semana en un artículo digital. Aunque, claro, también hay otros que apuntan a un poliamor bajo sordina con Feijóo, que dejaría que Page gobernase para evitar a Vox en coalición. Núñez parece, en cambio, abocado al poliamor con los pies vueltos, aunque ahora salen encuestas que lo dan como primero de grupo, único salvoconducto verdadero que le quitaría los agobios de un poliamor en el túnel de vestuarios entre Page y Feijóo. El poliamor con Vox tiene sus riesgos, pues nadie sabe quién es Merino ni de qué pie cojea, aunque según Gallardo, el vice de Castilla y León que estuvo el otro día en Toledo, Vox viene a salvar las tierras de España. Cuidado con los salvadores, que luego son los primeros que se salvan.
En política nacional, está todo mucho más claro. Pedro es un poliamor de manual, que lo mismo se acuesta con Bildu que se levanta con Yolanda, no duerme con Pablo, pero abraza a Rufián. Ciertamente, España se ha convertido en un poliamor absoluto, republiketa y pestiño. Porque en lo único que tiene razón Yolanda Díaz hasta la fecha es que los hombres de izquierda son un peñazo y machistoides. No hay más que ver cómo defienden el coto con la mirada ante el compañero y la displicencia y desdén con que permiten las políticas de cuota. Una mujer es una mujer y vale lo mismo que un hombre, por sus méritos y virtudes. Las mujeres son más listas con el poliamor, porque conocen el poder del silencio. Nosotros, los hombres, en cambio, nos acostamos con Ava Gadner y salimos corriendo a contarlo. La cabeza se nos acaba en la punta del miembro y no estira ni da para más.
Un poliamor en la vida puede salvar más matrimonios juntos que toda la Biblia entera. Tengo una amiga casada que lleva hablando varios años del poliamor, pero no se atreve. Dice que lo haría con su marido en un barco y con el otro, en una boda zulú. Lauren Postigo marcó el camino y no tiene una sola calle, un solo letrero, un mero reconocimiento. El poliamor es eterno desde los griegos, que ya follaban con la pastilla de jabón. Pero ahora es a cielo abierto, como las minas de Río Tinto y sin agua. Moreno Bonilla se ha dado un hartazón de mayoría y ya no recuerda los tiempos del concubinato entre Ciudadanos y Vox. Le ha pasado lo que siempre al PP, que no cuenta ni explica lo que hace y la izquierda lo devora en el poliamor de la propaganda y el mitin. En el pecado llevan la penitencia, desde luego. Lo han convertido en señorito andaluz los mismos que secaron Doñana y lo tuvieron como cortijo. Pero la vida es así, no la he inventado yo.
Como ven, el poliamor tiene muchas más ventajas que inconvenientes, solo que no se han hecho notar hasta ahora. Tezanos salvará la cabeza por esta pregunta en el CIS, aunque debiera ser tan audaz en las encuestas políticas y utilizar también el poliamor con el resto de candidatos, no sólo con Pedro. En las encuestas se miente mucho y nadie dice la verdad. Por eso sorprende tanta sinceridad de Tezanos, que igual ha cocinado el muestreo. Pero el poliamor ha llegado para quedarse. Quien quiera aprender y saberlo, fíjese en mujeres inteligentes. Libros abiertos de manual para sorber la discreción y el encanto con la misma naturalidad que el albatros bate sus alas hacia el mar.