Emiliano García-Page dijo ayer en Puertollano que "con los de las pistolas, los asesinos de ETA, no voy ni a la vuelta de la esquina". Lo hizo delante de Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno, quien durante esta legislatura ha convertido a Bildu en socio prioritario y ha pactado varias veces con la heredera de Batasuna. Aunque Sánchez dijo en Estados Unidos que "hay cosas que son legales, pero no decentes", no se ha referido a ello en campaña electoral y pasa de puntillas sobre la cuestión, prefiriendo hacer anuncios pomposos como el de los cines para mayores por dos euros. Hemos pasado de los lunes al sol a los martes al cine y todo porque Pedro se encontró a la familia Ortega de Puertollano, que es quien gestiona los cines del pueblo. No quiero ni imaginarme lo que hubiera sucedido si se hubiese encontrado con un empresario del circo. Aunque la gran especialidad de Pedro sigue siendo el malabarismo con cinco bolas a la vez en el escenario.
El encuentro de Page y Sánchez en campaña venía cargado de morbo porque Emiliano ha sido el barón más crítico contra el presidente del Gobierno y lo sigue siendo. Había inquietud en unos círculos y otros por ver qué salía del mitin de Puertollano y, visto lo ocurrido, podría decirse que quedó resuelta la papeleta. "No podía no decir nada" era el comentario principal que se escuchaba entre unos y otros con relación a las repetidas críticas de Page a Sánchez. Y no defraudó. Calentó el ambiente Page asegurando que "antepondré siempre los intereses de Castilla-La Mancha a los de mi partido" y "estoy en política para combatir cualquier tipo de privilegios, que es lo que quieren fundamentalmente los independentistas". No se miraron demasiado durante el mitin; es más, si uno lo observa y analiza tranquilamente, llegaba a la conclusión de estar viendo dos mítines yuxtapuestos, pegados con cola. "Si le da tiempo a venir de Washington, estupendo" fueron las palabras de Emiliano cuando le pregunté por ello en Onda Cero. El entusiasmo y la alegría, perfectamente descriptibles.
Sin embargo, la militancia enfervorecida gritó "¡presidente, presidente" a Page y "¡Pedro, Pedro!" a Sánchez. Cada uno tenía su clá y su público, unos más cerca que otros de su preferido. Hace unos días escribió Ignacio Varela que "Page es el político que mejor dice lo que piensa y más piensa lo que dice". Y creo que es así a la luz de los hechos. Isabel Rodríguez ha hecho de pegamento entre ambos, Sánchez y Page, pero es evidente que la sintonía no es buena. En realidad, no existe ni sintonía. Se dieron un abrazo frío cuando Emiliano concluyó sus palabras y le cedió el testigo a Pedro, quien no quiso saber nada de Bildu y siguió su senda de viejos al cine con palomitas. Si uno es taurino, podrá convenir que García-Page hizo ayer un José Tomás de los antiguos; protagonizó un arrimón considerable ante el bicho o el morlaco pasándose los pitones por la cintura. Me cuentan, me dicen que no hubo tiempo para más entre los dos que el propio que estuvieron en el mitin. Ni antes ni después hablaron en privado, "porque las agendas están apretadas y no hay más". Page se fue a comer a Almadén y Pedro se volvió en coche y no en Falcon.
Ha pasado el primer match ball de la campaña y Page lo ha superado con holgura, largueza. Su timbre, su tono, la tesitura me recuerda muchísimo a la de José Bono, los mismos argumentos e idéntica destreza política. Sigue su camino. Si el presidente del Gobierno viene, bien; si no, mejor. Él, con su Pagebus de una sola foto, está contento y feliz. "No necesito una cuadrilla como mi oponente", dice en relación a las fotos de Ayuso, Feijóo y Bonilla en el autobús del PP. Quien se la juega ahora es él y no le va a quedar palabra sin decir o pensamiento sin pronunciar. Ayer abrió todos los telediarios del domingo a mediodía. El barón díscolo, el que no se calla, quien le echa huevos ante Sánchez, vinieron a decir. El PP volverá a la carga con que unos y otros votan lo mismo. Pero el efecto se ha conseguido y las hernias de Page tampoco mienten sobre sus filias y fobias. En realidad, yo creo que con quien tampoco iría ni a la vuelta de la esquina sería con el propio Sánchez. Pero vamos, que eso ya es un poner mío.