Dice Feijóo en El Español que se siente más cerca de Page que de Vox y que hablaría con él si le faltan veinte escaños. Ahora que se ha muerto Ibáñez y ha dejado nuestra infancia ya definitivamente quemada –“deje usted al chico que lea tebeos, que ya leerá otras cosas”, le dijeron a mi padre-, vamos a hacer la viñeta de parte del equipo que a Page lo ha traído hasta aquí. Bien es cierto que no se explica su bagaje y carrera de éxitos sin la propia personalidad, su activo político más importante, pero también lo es que ha contado con una serie de personas que dibujaremos a grandes trazos, como si de una tira de Ibáñez se tratase. El maestro de las gafas gordas y la miopía desopilante nos enseñó a mirar la vida con la óptica del humor y desde entonces fue todo mucho más fácil. Sus personajes viven en nuestra memoria y la retina se hizo con ellos a base del tiempo que pasamos juntos. Algo así nos ha ocurrido todos estos años con la realidad de Castilla-La Mancha, que podríamos encuadrar en largas tiras de viñetas. Hoy centraré la atención en personajes secundarios, no a la vista de las grandes multitudes políticas, aunque sobradamente conocidos en la región. Son el póker de Page que lo ha acompañado estos ocho años de gobierno.
Dejo fuera al vice porque ya lo glosó fabulosamente mi querido Humberto del Horno el otro día en La Tribuna y es el jinete que lo hace todo posible cuando el jockey se va. Para mí, Guijarro es el deus ex machina, el recurso teatral que se remonta a griegos y romanos por el cual un personaje entra en escena y provoca un giro brusco de guion o una acción inexplicable desde fuera de la obra, cambiando la trama y drásticamente los acontecimientos. Lo mejor de él es que su mano no se nota y funciona la Junta a su toque de orquesta y dirección. Sus silencios son la mejor baza, a medio camino entre el pensamiento y la causticidad.
Fuera el vice porque su cargo es de superior jerarquía al resto de consejeros, hay cuatro de ellos que han acompañado a Page desde el primer día y que forman la médula espinal de su gobierno. Juan Alfonso Ruiz Molina, consejero de Hacienda y Administraciones Públicas, el amo de los cuartos, el gurú fiscal de Page, la mordacidad detrás de unas gafas. Parece mentira que el cancerbero de los presupuestos tenga sentido del humor, pero el caso de Juan Alfonso es excepcional. Filtra la realidad a través de su lentes y la deforma como los espejos cóncavos del callejón del Gato. Es agudo, crítico y certero. Lleva ocho años con equilibrio presupuestario y sin subir los impuestos en una comunidad socialista. Lo pasó mal cuando el gatillazo de Podemos, pero no se apeó del burro y al final el tiempo le dio la razón. Page se lo quitó a Tolón al principio y desde entonces no se ha separado de él.
Patricia Franco es la hormiguita, la hermana mayor que todos quisiéramos tener. Trabajadora, exquisita, educada, de unas formas cuidadas y sinceras, viene del mundo de la empresa y eso se nota una barbaridad. Conoce los temas a la perfección y su cabeza es un banco de datos increíble. Alguna vez me dijo que la memoria era realmente un recurso que lo único que había que hacer era ejercitarlo. Tiene un equipo buenísimo con Ana Samper en turismo y otros colaboradores tan trabajadores como ella. Es además paisana de Ciudad Real y escucha la radio. Las grandes inversiones de la región han pasado por ella. Page la quiere con él porque gana tranquilidad.
Jesús Fernández Sanz, natural de Pedro Muñoz, consejero de Sanidad, el hombre que salvó al presidente. Lo sostuvo en sus manos cuando ya no había nadie ni quedaban redes debajo. Le ha tocado correr con la más fea esta legislatura de la pandemia. Sin embargo, supo hacerlo con valentía, tranquilidad y aplomo. Ante lo desconocido, se ajustó las gafas y la bata de médico para contar a la sociedad lo que estaba ocurriendo. Sus ruedas de prensa en el covid son para enmarcar. El mundo se deshacía y él salía con el fonendo a explicarlo. Creo que su condición de médico fue vital porque ellos saben cómo decir sin descomponerse las noticias más tremendas. A Jesús algo de eso le pasó. Tiene un equipo leal y el presidente ya no se explica sin él.
Y Nacho Hernando, consejero de Fomento, el Niño, la cabeza más brillante y audaz, el sucesor por naturaleza aunque eso le perjudique grandemente. Pero la vida es así. Sacado de las Juventudes todavía con bombachos, se curtió como el mejor de los soldados en la legislatura que vivimos peligrosamente. Luego se dedicó a las carreteras y ahí sigue, construyendo su camino para hoy y mañana. Es el más político de todos y fiel y escudero de Emiliano en todo momento y lugar. Son vidas paralelas y la derecha lo llama el nieto, tras Bono y Page. Podrá ser lo que quiera, pero su camino también estará lleno de minas que deberá sortear.
Llegamos a la última semana antes de las elecciones generales, cuando votaremos como si España fuera 13 Rúe del Percebe. Así lo ha querido el presidente del Gobierno, unos comicios de nivea y calor. La canícula del recuento quemará a más de uno. Entonces veremos si la tira cómica continúa o se desvanece. Puede que para ello Page vuelva a la viñeta central y sus trazos sean imprescindibles. Comprobaremos en ese momento si el póker de ases funciona también de forma autónoma o corre junto a su jefe para la batalla más próxima y definitiva.
Y como decían Mortadelo y Filemón al final de sus tiras, montados sobre una moto:“¡Chao, amiguetes! ¡Muy pronto volveremos a estar con vosotros!”.