La noche iba por barrios y se volteó como nadie esperaba hasta el punto de que el PSOE celebró la victoria, pese a haber perdido y el PP contuvo la respiración y el aliento. La historia en ciclo corto se repite y lo hace de manera despiadada, como en aquel año 96 donde Guerra glosó el término con que titulo esta columna al vuelo. Entonces ganó el PP, pero apenas consiguió ciento cincuenta escaños y tuvo entonces Aznar que aprender catalán en la intimidad. Sin embargo, sobre aquella frágil mayoría levantó su poderío posterior. Habrá que ver ahora a Feijóo si consigue hacer de la necesidad virtud y logra lo que anoche decía, que ningún partido bloquease la investidura. La política es el arte de lo posible y llámenme iluso, pero yo creo todavía en el diálogo y la capacidad de entendimiento. Lo contrario, contribuir al galimatías, a la larga se paga.
Por ello, no entiendo tampoco demasiado la alegría del PSOE y Sánchez. Lo único, que PP y Vox no suman y Pedro sigue vivo… Pero el precio de una segunda presidencia sería mayúsculo, con un Puigdemont volviendo a casa por Navidad. Es obvio que el presidente del Gobierno puede ceder igual que lo hizo en los indultos, pero aventurar ahora lo que pasará es como jugar a la lotería. Sucede, en cambio, que para que la ecuación salga es necesario incluso Puigdemont, Esquerra y el PNV, ambos en caída libre como anoche se vio. Rufián se dio una hostia que todavía se tienta la ropa y el PNV mira de reojo lo que pueda hacer Bildu. Igual se juntan unas elecciones con otras.
Lo que no me gustó fue el grito del “no pasarán” en el PSOE. El tufo guerracivilista sobra y lo que hay que hacer es abrir el diálogo y la democracia. Sería la primera vez que no gobernase el partido más votado y eso habría que verlo. Vox se ha dado otro tortazo considerable y debería abrir la autocrítica y dejar de echar la culpa a los medios de comunicación. Por contra, es obvio que a Yolanda le ha salido la jugada y que a Feijóo se le hizo larga la campaña y debió ir al debate.
En Castilla-La Mancha, el PP ganó como es costumbre, aunque venía de una posición muy poco favorable. Núñez se fajó con líderes nacionales en esta campaña para tratar de recuperar terreno y lo ha conseguido. Por su parte, el PSOE también ha aguantado bien unas elecciones diferentes y peores para sus intereses que las autonómicas. Lo que deba decir Page se escuchará con sumo cuidado. Es quien tiene más autoridad en el PSOE y sus sentencias seguro que serán sabias.
Ni un guionista de suspense hubiese escrito un guion como este, pero el pueblo español es así, impredecible. La amarga victoria es el preludio de una obra que está todavía por escribir. Ojalá y unos y otros pongan lo mejor de sí mismos para sacar el país adelante.