Es el título de la película que Fernando Colomo rodó a finales de los ochenta con un elenco de actores fabulosos, como Verónica Forqué, Antonio Banderas, Juan Echanove, Chus Lampreave o Aitana Sánchez Gijón, entre otros. Hoy no hubiera pasado la censura de lo políticamente correcto y le habrían tirado el título en la primera crítica de prensa. Hace alusión la expresión a la costumbre de aquella época de la Movida en ir hasta Marruecos para fumar hachís, por ejemplo, sustancia no permitida en España, así como otro tipo de drogas. Por extensión, uno decía que se bajaba al moro cuando viajaba hasta el país vecino, sin otra pretensión ya que la meramente turística. Algo parecido a lo que ha hecho el presidente del Gobierno con la familia, embutido en su gorrita de pichi y con sus gafas de sol legendarias. Ha sido descubierto por la prensa marroquí, aunque uno sospecha que estas cosas se hacen para filtrarlas y arreglar cuestiones que quedaron pendientes en épocas pasadas. Hoy Pedro ha cumplido con Mohamed y le ha rendido pleitesía.
Una de las cosas en que hasta ahora se habían parecido todos los presidentes del Gobierno es que su primera visita oficial había sido al reino aluí. Zapatero llegó a comparecer incluso antes de su mandato delante de un mapa que marcaba Ceuta y Melilla como ciudades marroquíes. Los tiempos de Bambi al lado de estos parecen la Aldea del Arce. Ahora Sánchez corrige su primer error nada más llegar al cargo, cuando venía subido en la cresta de la moción ante el asombro de los españoles. La fuerza de las olas y la marea no le previno contra su audacia temeraria hasta que el rey le envió la invasión al espigón de Ceuta después de que encima su ministra de Exteriores acogiera en España al líder argelí del Frente Polisario sin encomendarse a nadie. Pedro ya vio entonces las orejas al lobo y se plantó en Ceuta, la misma ciudad que ahora arroja de nuevo al colapso tras su portazo a Feijóo. Está claro que Sánchez considera tenerlo todo controlado, hasta el punto de utilizar asuntos sensibles como este para hacerle el cordón sanitario al PP. La delgada línea que separa el virtuosismo del esperpento, en ocasiones, apenas se percibe cuando uno se encuentra en las alturas. El Tinell ya se intentó hace veinte años y fue un absoluto fracaso hasta arruinar España.
Sin duda, Sánchez acierta recomponiendo las relaciones con Marruecos. Si lo criticamos entonces, qué sentido tiene hacerlo ahora. Pero como muy bien dijo ayer Pedro Jota en este periódico, el principal enemigo de la inteligencia es la soberbia. Tratar de componer una acción común en política exterior o interior con los retales que han dejado las elecciones tras haberlas perdido es sencillamente desalentador. Si el fugitivo de Waterloo va a ser quien dirija el conocimiento de España en el mundo, apaga y vámonos. Es como si Felipe II se trajera a Antonio Pérez tras su huida y escapatoria para hacerlo heraldo de Aragón. Pilotar una segunda transición del régimen del setenta y ocho hacia otro en que media España dicte, someta e implante sus principios contra la otra es, sencillamente, no haber aprendido de la Historia. Sería el colapso del mayor período democrático y próspero vivido por nuestro país en los últimos siglos. Otros regímenes y constituciones de las dos últimas centurias cayeron precisamente por eso, por su sectarismo de enfrentar una España contra otra. Si Pedro ahora pretende eso a lomos del tigre, el propio animal puede descabalgarlo en cualquier momento. Basta un movimiento de los cinco diputados de Podemos, hasta hace un rato los más próximos y cercanos, para que vaya todo a la mierda.
Quizá Pedro haya fumado en pipa este viaje y se le hayan aparecido los universos seráficos y beatíficos de sus mundos de Yuppi. Me gustaba más cuando Aznar era amigo de Estados Unidos y Marruecos hacía el ridículo en Perejil. No obstante, me estoy haciendo sanchista de última generación, como me ocurre siempre con todos los presidentes cuando comienzan su declive. La semana pasada propuse el Nóbel de la Paz e igual hasta me quedo corto. Si es capaz de tragar a Mohamed a toda la izquierda que defiende al Polisario, me quito la gorra. De la Rural en mi caso, no blanca.