Es lo que ha dicho Puigdemont a su entorno que le hará a Pedro Sánchez si quiere pactar la investidura. Algo natural, convincente y liviano, de andar por casa, como quien limpia los baños un sábado por la mañana... Mear sangre, un cólico nefrítico en los riñones de España, en eso se ha convertido el nacionalindependentismo catalán, que espera colapsar el sistema urinario del país. Ya dijo Blas de Lezo que todo buen español debiera mear mirando a Inglaterra, aunque ahora Puigdemont sugiere que lo hagamos hacia Waterloo. Pedro Sánchez verá lo que tiene que hacer y si le apetece ir al nefrólogo, pero la cara del interfecto no augura nada bueno. La verdad es que yo hubiera comparado a Puigdemont con cualquier cosa, desde la típica bayeta o fregona hasta el chupa chups de cheiw... Pero en la vida se me hubiese ocurrido hacerlo con un cálculo renal. Gracias por la metáfora, prófugo. Jamás vimos una piedra en el riñón detrás de tus gafas.
No le arriendo la ganancia a Sánchez con Puigdemont y sería el último equilibrio antes de caer de la cuerda. Los socialistas estaban muy contentos la noche electoral recordando las checas del no pasarán, pero los caminos del nacionalismo son furiosos y escarpados, precipitan a quienes los recorren por la sima de la cobardía y la necedad. Que lean a Azaña y su adorada república y comprueben cómo se las gastaron siempre. En contra de lo que piensa Pedro Sánchez y parte de la izquierda, al nacionalismo no se le derrota con más agua y líquido para diluir la piedra. Jamás se diluye, aunque parezca que adopta otras formas y se queda a vivir en el riñón. La piedra hay que echarla, naturalmente, con dolor y sangre, en efecto; pero para liberar al órgano y no entumecerlo más como quiere Puigdmont. Si Sánchez ha de orinar sangre para ser presidente, no quiero ni pensar lo que pasará el resto de diputados socialistas españoles que tengan que explicar los pactos en el resto de España. Entonces sí, lo que se diluirá no será la piedra ni el cálculo renal; lo que dejará de funcionar para ello será el propio riñón del Psoe antes de colapsar. Cómo contar al electorado la arbitrariedad, la amnistía, el privilegio... Ya les costó a muchos de ellos las alcaldías y las autonomías como para que sigan con esto. Sólo Vox salvó a Sánchez y Abascal está ya que se precipita por el desagüe de Buxadé y sus camisas viejas. Eso sí que es una piedra del tamaño de Sísifo.
La metáfora no la hubiese yo encontrado por más columnas que escribiese, porque hay algo de maléfico, desproporcionado y rencoroso en quien sólo piensa en escozores y chiribitas. Es el triunfo de la ley lo que ha provocado que Puigdemont hable así. Si se le hubiese dado todo lo que pedían como ahora sugieren que harán algunos socialistas, claro que no habría habido problema. La rendición preventiva siempre sale a cuenta de quienes bajan los brazos y no es suyo el dinero. Pero no, el nacionalismo no tiene argumentos para reclamar ni ser diferente a nadie. Ellos son la piedra, el atavismo, la cabeza frente al dolmen y no estamos para tragarnos sables de nadie y menos de un prófugo.
Los cálculos renales y la sangre en la orina serán para quienes la invoquen como chamanes, un bumerán de buscapina. La solución no es achantarse y decir a todo que sí. Ese es el error de la izquierda, que entrega su internacionalismo al corto plazo y la hipoteca. Y así les ha pasado históricamente. La solución es España en Europa, lo que Ciudadanos defendía y malogró por las malas decisiones. Pero la solución al tribalismo del XIX fue siempre España, que liberó Bilbao y el Maestrazgo del carlismo... Hasta los propios segadors volvieron con el rabo entre las piernas después de que Francia se riera en sus barbas. Y el mismo archiduque Carlos los dejó vendidos, quedando Casanova como patriota español en la defensa de Barcelona y no al revés, como relatan los indepes. El cálculo renal lo tiene Puigdemont en la frente y sangrará si no hoy, mañana. Y Sánchez va colocando a Calviño y quitando a Maritxel. En el momento que lo vea muy crudo, saltará del Falcon en pleno vuelo. Y ya entonces sí, meará sólo colonia tras unas gafas de sol en los cuarteles de la OTAN.