Un décimo del Gordo fue vendido en la administración de lotería del Arenal en Alcázar. Al parecer, según contaron los protagonistas, fue gracias a una médium que se acercó al pueblo para que el premio cayera de una vez en el despacho. Sucede que el décimo estuvo, se vendió, pero fue devuelto. La médium cumplió su trabajo pero los cuatrocientos mil euros volaron igual que vinieron. El altarcito que levantaron en ventanilla con un San Pancracio fue de ida y vuelta y la cosa quedó ahí no más. En realidad, la médium salió en los medios e hizo fortuna, pero los demás nos quedamos igual, si acaso con los quintos que también cayeron en el corazón de la Mancha, más en concreto, en el Carrefour. La médium se quitó de en medio y debió entender que las quejas al maestro Armero, pues ella había cumplido su función. Si el décimo lo devolvieron, sería porque el cenizo que tuviese el interfecto sería de dimensiones tan considerables que ni el Altar Mayor de Santa María le hubiera servido. Las cosas son así y no tienen remedio.
Como en España. El caso de la médium de Alcázar es paradigmático porque define como ninguno lo que ocurre en el país. Tenemos un gobierno que cierra pactos con el argumento de la convivencia y no hace más que emponzoñar el ambiente con los socios que elige. Resulta que somos socialistas y repartimos la riqueza a los que más tienen. Como el Tempranillo, pero al revés. Ocurre que el 24 se exprime antes que llegue y Calviño ya se ha ido con el botín puesto por si las moscas. Sale todo al contrario de lo previsto, igual que una ilusión, un oasis, un sueño, un décimo de lotería que se esfuma. Los chamanes van a la oficina. Seguimos igual de pobres, pero con apariencia de ricos. La médium de Alcázar valdría para las conversaciones de Puigdemont y Sánchez, pues puede bailar una sardana y largarse luego como si nada. En realidad, la médium es un poco como Sánchez. Seguro que llega Puchi y Pedro lo detiene en la frontera. Por fiarte del escorpión, Harry Potter.
Feijóo también ha recurrido a otra médium de Europa, aunque su caso ya no lo salva ni Santa Isabel de Ayuso, que va a bajarse del altar de la Puerta del Sol para llegar hasta Génova. Igual se cruza con San Pancracio Bonilla, natural de Málaga y en Ave desde Sevilla. Con retraso, por supuesto. En realidad, España está de médium con la Superliga y Florentino, que se ha puesto de acuerdo con Laporta sin necesidad de la Moreneta ni la Virgen de la Paloma. Don Dinero manda mucho más que las médium y sus poderes. Acerca voluntades, propicia acuerdos y cierra desafecciones. Una médium con la que levantarse todos los días y preguntarle el número de la lotería es una suerte en sí misma. Voy a preguntarle a la chica si tiene novio o marido.
Y, en fin, al Rey le falta médium que lo acerque a su padre, pero está Letizia. Hizo un discurso de diez, ejemplar. Se lo leyó enterito a Pedro Sánchez por si se llamaba a andana. Pero Pedro llamó a la médium y se fue en Falcon con ella a celebrar la Nochebuena. Ni resiliencia ni tierra firme. El secreto de Sánchez está en la médium. Yo hace tiempo lo llamé Houidini, pero no imaginaba ni de lejos el alcance de la metáfora. España, país de magos, médium, meigas y chamanes. Lo malo –o lo bueno- es que al público le vale.