“Como aves precursoras/ de primavera/ en Madrid aparecen/ las violeteras…”. Así cantaba Sarita Montiel en El último cuplé uno de sus temas más conocidos. Cuando uno pasa por la Gran Vía y ve la soberana estatua que se erige en recuerdo a la más famosa de las violeteras o cuando miro al cielo por estas fechas y ya se atisban las primeras golondrinas, me viene de forma inmediata esta canción a la cabeza. Algo similar me ha ocurrido al contemplar la noticia de la detención de Koldo, la mano derecha del ministro Ábalos, ya que con la otra cortaba haces de leña. Como ave precursora de la corrupción de un régimen, aparecen los koldolaris, en una mano el hacha y en otra la talega. La forma y manera de la presunta mordida es tan vieja como el mundo. Además, el hombre no se cortó mucho ni paró demasiado en remilgos. Lejos de levantar cuatro o cinco testaferros como hacen otros pícaros más avezados, a él le dio por ponerlo todo a nombre de la hija. No le podrá acusar el juez de ser un mal padre.
El koldolari es una especie ibérica autóctona, que hiende las raíces en figuras tan hispánicas como el Lazarillo de Tormes, Rinconete o Cortadillo. Es un espécimen inacabable, nunca se agota, siempre florece por otra parte. Este koldolari viene del norte, igual que las golondrinas del sur. Actuaba sin demasiados miramientos, entre el hacha y la portería. Ábalos lo adoptó, cuentan las crónicas, cuando Cerdán, el héroe de Waterloo, se lo presentó. Dios los cría y ellos se juntan. Y se puso a guardar avales de Sánchez como muñecos de Gusiluz. Dormía con ellos y se iba a la cama, después de lavarse los dientes y ponerse el pijama, como Casimiro. Los koldolaris son una variedad fascinante del pícaro de toda la vida, pero pasado por la camiseta de tirantes y brazo de medio metro. Ponga un koldolari en su vida y ya verá cómo no se aburre y le realiza todo tipo de haciendas y recados.
El problema del koldolari es que puede ser el ave precursora de esas otras cosas que ya nos sabemos hasta la náusea. La Gürtel, Filesa, Roldán, los Ere, fondos reservados… Es inacabable la fauna y flora que aparece en los aledaños del poder, siempre cuando pasa algún tiempo y nadie pone remedio. El caso Koldo podría derivar hacia el caso Ábalos y, como no se corte a tiempo, hasta al caso Sánchez. Que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda. Y eso, Ábalos lo ha hecho a la perfección. Hijo del torero Carbonerito de Cuenca, el actual diputado y anterior ministro ha hecho una faena de aliño que no convence al público. Si se escapó con Delcy, en esta ocasión la salida parece más difícil.
El problema son los koldolaris que hay sueltos en los entornos del poder y florecen como almendros en primavera. Sus maneras hoscas y torpes lo han delatado, porque dice la Guardia Civil que llamó la atención el hecho de que cuanto más dinero movía, menos salía de la cuenta de ahorros. Una cuestión de lógica y primero de Mangolancia. Todos los cargos públicos deben vigilar con sumo cuidado el dinero que los circunda y los comportamientos que indican. Hay casos evidentes que no pueden pasarse por alto. Menos mal que todavía funciona la Guardia Civil en este país, pese a que Puigdemont intente que así no sea. Pedro Sánchez, que de violetera tiene la sonrisa, no se anda con chiquitas y dejará caer o abatir al koldolari. Como ave precursora de lo que pudiera venir detrás.