Al final, después de tres horas esperando el resultado, quince días de campaña de vértigo, varios meses de agonía política y un año de gatillazos y necesidades, la montaña de las europeas en España parió un ratón. Todos ganan y pierden, aunque unos más que otros. Naturalmente, el ganador es el PP, un Núñez Feijoo que se acostumbra a las victorias amargas. Aunque le saca cuatro puntos a Sánchez, las altas expectativas generadas hacen quizá que la distancia de dos escaños parezca escasa. Sin embargo, es indudable que el crecimiento de los populares va comiendo terreno al Psoe. En Castilla-La Mancha, más del cuarenta por ciento, lo que evidencia que hay elementos correctores como Page que, cuando no entran en juego, cambian las tornas.
Si estos resultados eran un plebiscito, ¿Begoña sería culpable y Peinado un justiciero? ¿O más bien quizá, Pedro y el PSOE unos magos de la campaña y los del PP, unos aprendices? Al lado de los franceses y belgas, Sánchez victorioso… pero su gobierno pierde nueve puntos en un año y los populares triplican la distancia… Lo único que puede vender Pedro es que frena la ultraderecha para presentarse como adalid del progresismo. Aunque después del desgaste atroz y tremendo de estos once meses con la amnistía, el PSOE aguanta y resiste que es un primor. Tras los cinco días, las dos cartas, el free Begoña y el pedronismo, veinte escaños en Bruselas. Y este lunes, la mesa del Parlament. España se italianiza y atomiza, mientras la economía funciona. Sin embargo, nuestro país es la excepción a lo ocurrido en el resto de Europa. Aquí las fuerzas europeístas son mayoría, lo que demuestra el tiempo que echamos en falta al continente durante décadas.
Vox demuestra que no es flor de un día y su lucha y batalla es de largo recorrido. Alvise le ha mojado la oreja y evidencia que una buena campaña en redes sociales y canales telemáticos mueve un mundo. El PP debe aprender a rematar las faenas, aunque lo primero que hizo anoche fue recordar las palabras de Sánchez cuando dijo que quería darse el gustazo de ganar a Feijoo. El gusto es nuestro, aseguraron.
Sumar y Podemos se desangran entre sí y la excepcionalidad española rige también para los nacionalistas, que conservan umbral bajo de voto permitido para obtener el escañito. Lo más asombroso de la noche, no obstante, para mí es el ascenso de la ultraderecha en toda Europa. Volvemos a los estados nación por vez primera desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Deshacemos el camino andado… Más que nunca, hay que cruzar los dedos para hacer posible las palabras de Van der Layen… Que liberales y socialdemócratas hagan piña para frenar los extremos. Que ya sabemos dónde conducen según qué cosas.
La vida seguirá y el embrollo nacional también. Sánchez demuestra que sabe hacer campañas, pero queremos presidentes y no víctimas. Feijoo, por su parte, va como diría Mota, "de a poco". El PP debe gestionar sus expectativas, porque si no, morirá ahogado. Además, la derecha ha de hacer sus deberes y reunificarse. Si tan grave es la situación política del país, qué hacen que no se juntan para echar a quien la provoca. Alvise sacó cien votos en Las Pedroñeras… Les falta una ristra de ajos más pronto que tarde. Si no, el César dividirá y vencerá. Y su mujer parecerá honrada aunque firme contratos imprudentes. Esta semana me encontré con varios dirigentes populares que mostraban su preocupación por los resultados europeos. Han ganado, pero si son inteligentes, deben reflexionar cuanto antes. Ya lo dijo Esopo hace más de veinte siglos… Al final, todo esto fue el parto de los montes.