Pedro Sánchez es un hombre tan profundamente enamorado de su mujer que la dejó en Madrid el día de autos y se fue al fútbol con los amigotes. En un remedo de Vente a Alemania, Pepe, se hizo fotos con algunos de ellos y las subió a redes. Scholz se estará tentando la cartera desde el viernes, aunque le está bien empleado por enfrentarse a España. “¿Por qué, por qué los domingos por el fútbol me abandonas?”, dicen que canturreaba Begoña por los pasillos del juzgado. Yo lo entiendo perfectamente. En las parejas modernas cada uno tiene su espacio y hace las cosas por libre. Una va el juzgado y el otro al fútbol; una se calla la boca y el otro escribe cartas sin que la otra lo sepa. Sigo esperando una explicación convincente del feminismo militante a este papel de mujer florero a la que ha abocado Sánchez a su esposa, después de que no callara durante las cátedras. Debe ser que ha perdido de golpe y porrazo toda articulación de discurso y ya sólo habla por sus ojitos de enamorada. Amor que todo lo puede y todo lo sabe. Yo de mayor quiero ser mujer florero o una chica Almodóvar, que decía Sabina.

El presidente cuya relación con la verdad ha sido la más tormentosa de la historia democrática quiere ahora empapelar a los medios que no le bailen el agua. Es una ley que no falla, la del embudo que inventaron los antiguos. Quien dijo que nunca pactaría con Bildu, que no habría amnistía o que no dormiría con Podemos quiere hacer una ley contra la mentira. Nunca vi a nadie con tantas ganas de entrar en la cárcel. Debe ser por eso que se están revisando todas las doctrinas judiciales desde el Constitucional y se está poniendo barra libre para los EREs y lo que esté por llegar, menos para el procés. No se han dado cuenta los indepes de la jugada que Sánchez les ha hecho. Parece mentira tan listos como eran. Los ha vuelto a engañar y Puchi no tiene quien le cante ni lo lleve a la Generalidad. La vida es así de triste, pero lleva razón Sostres cuando dice que Sánchez es el que mejor gobierna con las migajas de los demás. A todos los tiene como palomitas comiendo en su mano… Los primeros, los de la derecha, que no saben qué hacer para echarlo, sin darse cuenta de que han de procurar la unión. La marcha de Abascal a Rusia como la División Azul es más de lo mismo. Sánchez seguirá gobernando porque es el tuerto en el país de los ciegos. La derecha se reparte la testosterona como participaciones de la lotería del Niño.

Los únicos que restan, los periodistas, los amordaza con leyes de fango y lodo. Del sindicato del crimen al estiércol. Un bolero no daba para tanto. Prokófiev escribió Pedro y el lobo, cuento musical donde un valeroso muchacho podía con el lobo que atemorizaba a todo un corral. Al final, conseguía matarlo y exhibía la pieza en un desfile triunfal. En esta versión nueva de Pedro y el lodo, es Pedro quien tiene la sartén por el fango de la desinformación. Y pretende cobrarse todas las piezas que contravienen sus principios, desde los jueces a la prensa. Por más que los hechos sean ciertos y verídicos. Pero nunca nadie jamás dijo ni esperó que el poder tuviera remilgos o escrúpulos. Eso sí, es un hombre profundamente enamorado. Y eso ya nos da un consuelo.