Una década de la Gran Recesión: incertidumbre o estabilidad
Hace diez años comenzaba un nuevo período que tenía como protagonistas a la mayor parte de países del mundo, en especial a los países desarrollados: la denominada crisis económica mundial de 2007. Esta etapa ha supuesto para España la explosión de la burbuja inmobiliaria, la crisis bancaria y un importante incremento del desempleo. Sin embargo, una década más tarde el escenario ha variado, puesto que la economía española crece por encima del 3%, recuperando niveles de Producto Interior Bruto (PIB) previos a la recesión, causado por factores de naturaleza diferente a los del pasado, como es la buena salud del sector exterior o la mejora de la competitividad, entre otros.
Pero si hay un indicio de mejoría, ese puede ser la destacada reducción del déficit comercial, cifrada en aproximadamente un 80%, fruto del fortalecimiento de la demanda exterior, con unos niveles de exportaciones superiores a la media mundial, ya que la presencia de las empresas españolas en los mercados internacionales es cada vez mayor, comercializando sus productos fuera de las fronteras nacionales. En esta línea, hay que destacar la aportación al crecimiento económico español de un sector que es fuerza motor como es el turismo, alcanzando unas cifras que sientan los cimientos de la recuperación, con un total de 82 millones de visitantes el pasado año, afianzándose España como segunda potencia turística mundial superando a Estados Unidos, solamente por detrás de Francia.
El sector turístico representa actualmente más del 11% del PIB, tomando el relevo de la construcción, con un incremento de turistas extranjeros del 40% en los últimos años. Sin embargo, en este contexto de bonanza, hay sombras alargadas entre las que se encuentra el elevado desempleo, un problema estructural que la economía arrastra desde la década pasada, alcanzando una tasa superior al 16%, con un destacado número de jóvenes desempleados. Aunque en términos relativos y estadísticamente el empleo español avanza por el buen camino continúa sin tener unos cánones de calidad adecuados, auspiciados por la elevada temporalidad, con una tasa del 27,5% (más del 90% de los nuevos contratos que se firmaron el año pasado fueron de carácter temporal) y unos salarios bajos que han llevado a una pérdida de la capacidad adquisitiva, más de un 7%, fruto del incremento de los precios que aumentaron de media un 10% en estos últimos diez años.
La reforma laboral ha favorecido desligar el incremento de salarios del índice de precios al consumo, ya que los sueldos apenas han crecido (2,5% de media). Esta contención salarial ha mejorado la competitividad, sobre la base de un empleo de salarios mínimos con efectos en la distribución de la riqueza, como bien señala el índice de personas en riesgo de pobreza y exclusión social situado en un 30 % de la población, un total de 13 millones de personas, superando en seis puntos porcentuales el nivel de antes de la recesión española.
Los datos macroeconómicos indican que previsiblemente se camina en la dirección correcta, sin embargo hay que recordar que en este nuevo año debe hacerse frente a grandes desafíos en el plano doméstico (nacional) tales como la transición a un nuevo modelo productivo basado en la diversificación de sectores, una mejora de la distribución de la renta que incremente el poder adquisitivo de las familias puesto que ello se traducirá en un aumento del consumo interno, y un asunto de vital importancia como es garantizar la sostenibilidad del sistema de pensiones cuya reserva ha experimentado una reducción significativa, con una Seguridad Social que acumula un importante déficit, aproximadamente 18.000 millones. Pero si el año que acabamos de finalizar quedará registrado en las hemerotecas es por ser el año de Cataluña, un período donde se
Opinión
acometieron actuaciones sin precedente alguno para preservar la unidad de España, amparadas en el texto constitutivo con el objetivo de regir un país que permita la convivencia, solidaridad, igualdad, equidad, seguridad y libertad, donde la diversidad y pluralidad deben ser parte esencial de la Carta Magna.
En este escenario de estancamiento, el diálogo debe ser el instrumento de construcción para coser e integrar, ya que la ley y la política son la respuesta a las injerencias e ilegalidades con el objetivo firme de mantener el orden constitucional y fundamentalmente de avanzar y progresar como país y sociedad. La convocatoria de comicios fue la mejor respuesta para salir de la grave crisis socioeconómica que a finales del pasado año vivía el territorio catalán y por ende el conjunto de España, ejerciendo la ciudadanía catalana su pleno derecho a decidir sobre quienes gestionarán los próximos años una región de enorme riqueza económica, social y cultural, cuya aritmética electoral sitúa al secesionismo como favorito.
El nuevo gobierno catalán debe garantizar la estabilidad y encauzar la senda de crecimiento y progreso de país, para que el conjunto de España, conformado por diecisiete regiones, camine en la unidad y trabajo en común afrontando problemas de primer orden político, social y económico, como es la salida de más de tres mil empresas de territorio catalán en el último año o el elevado desempleo, entre otros.
En el escenario internacional, uno de los retos fundamentales a los que la sociedad occidental debe hacer frente es al terrorismo yihadista, una lacra que se encuentra instalada y que amenaza continuamente la seguridad ciudadana como bien han sufrido en este pasado año ciudades europeas como Londres, París, Manchester, Barcelona o Cambrils. Según la base de datos de terrorismo de la Universidad de Maryland (EEUU) desde el 11-M en 2004 hasta agosto del pasado año se han producido un total de 47 atentados cobrándose la vida de 618 personas en los países de Europa occidental. En este contexto, hay que mencionar uno de los graves problemas de Europa, que sigue sin tener una solución unánime y efectiva como es la crisis humanitaria de los refugiados que llegan a las fronteras, personas que se ven obligadas a abandonar sus países de origen por diversos motivos, haciéndose meramente difícil la supervivencia en su territorio.
No debe obviarse, un desafío actual que la humanidad debe abordar con firmeza y determinación, como es “el cambio climático”. Este fenómeno ya instalado debe llevar a tomar conciencia, puesto que sus consecuencias son cada vez más percibidas por la sociedad con períodos frecuentes de temperaturas extremas durante el año, prolongadas sequías, inundaciones o precipitaciones inusuales. El “Acuerdo de París” firmado en 2016 dentro del marco de la Convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, compuesto por 195 países, marcó el inicio de la lucha ante uno de los más inquietantes retos de la humanidad, puesto que es responsabilidad de todos los hombres y mujeres hacer frente a este fenómeno con actuaciones y estrategias que aminoren sus síntomas y efectos ya que como bien afirmaba el poeta e intelectual francés Víctor Hugo “produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla, mientras el género humano no la escucha”.
Mis mejores deseos de salud, amor y prosperidad para todos los hogares en este nuevo año.
Raúl Cabello Bravo. Economista – Analista Comercio Exterior (Mercados Internacionales)