Con eso y un bizcocho
Mucho se está hablando en estos primeros días de gobierno socialista después de prosperar inopinadamente la moción de censura. Que si hay más mujeres que hombres; el Gobierno más diferente de Europa; que si juro ante la Constitución, pero no ante la biblia y el crucifijo, que si empleo la fórmula de ministras y ministros. Ciertamente hay unas novedades innegables, en las caras de los miembros del Gabinete, en la vestimenta. En las fórmulas de palabras, en gestos, etc. Pero con eso no se gobierna, se manda, de momento, luego veremos si se gestiona y gobierna.
Lo de jurar ante la Constitución sin Biblia y crucifijo atañe más al gesto y detalle que no a lo esencial. En las cosas íntimas y creencias creo que no debemos entrar a valorar. A cada uno, nuestras creencias nos lleva a actuar según nuestro compromiso y grado de madurez. Es un detalle interesante, pero que no creo sea decisivo a la hora de gobernar. Dejémoslo ahí. Otra cosa es la gilipollez de ministras y ministros. Todos los que hayan superado el graduado escolar saben que el plural se forma en masculino y emplear constantemente los dos géneros aburre, cansa y no es signo de progresía, sino de ser un cansino enfermizo que por ahí captará pocos votos, a no ser a los tontos que aún crean en esas cosas, que aún quedará alguno suelto. Hay más mujeres que hombres. Y qué. Por qué no puede ser así sin extrañarse nadie. Es evidente que las mujeres están iguales y mejor preparadas para muchas cosas que el hombre, de modo que a aplicarse el cuento y a gobernar que es de lo que se trata.
Vamos a quedarnos con lo esencial e importante, la formación de las personas que gobiernan; su limpieza y trayectoria profesional y personal. Lo demás lo da el tiempo, pero sin etiquetas asignadas de antemano, que luego hay muchas sorpresas. La palabra diálogo es una de las más se emplea, pero para dialogar tiene que haber tema para hacerlo, respeto y anteponer y conocer los límites del dialogo hasta dónde puede llegarse.
En el asunto de Cataluña, creo que los límites los conocemos todos, incluso aquellos que se resisten a reconocerlos. Por ello, cuanto antes les enseñemos el camino de la verdad, aunque no falte diálogo, mejor. Echo la vista atrás y veo que España no se ha roto ni se rompe, pero sí constato que en muchas cosas ha habido demasiadas concesiones y estamos donde estamos, atascados y bien, por aquellos polvos. De manera que España no se ha roto, pero se ha tensado mucho la cuerda y luego cuesta tres veces más tiempo recuperar el pulso.
Unas líneas para Mariano Rajoy. ¡Qué lástima ajena me da cuando alguien de manera despectiva le cita como M punto Rajoy. Lo más cerca que le he tenido ha sido en la portada de un periódico. Dicho esto, y me he cansado de decírselo a cargos de su partido, le debían hacer un monumento. Ha aguantado estoicamente todos los juicios de sus compañeros de partidos, corruptos, como se ha demostrado. De algunos ni sospechaba que habían sido tan ladrones. Sin embargo, lejos de abandonar la nave ha aguantado por patriotismo y principios hasta que le han echado. Personalmente creo que no se merecía eso y espero que la historia le juzgue debidamente.
Mucha obra y trabajo tiene su partido y mucha responsabilidad quien ha apoyado su voladura. Espero y deseo lo mejor para mi país en estos tiempos de incertidumbre. Mucha envidia me dan países de nuestro entorno como Portugal, Francia y Alemania, donde no existen problemas tan graves de unidad territorial o de historias tergiversadas y sesgadas como sucede en varias partes del nuestro. Al final hay que gobernar, mirar por el bien común anteponer lo general al partido. Por ello, traigo a colación aquel refrán de “con esto y un bizcocho…”, habrá que demostrar que hay mucho más detrás de esos cambios que ha habido y hemos citado.