Acabamos de comenzar el año 2019. No me gustaría ser agorero pero creo que va a ser un año muy complicado. Como ciudadano miro con estupefacción elementos que creíamos consolidados de nuestras sociedades y que, sin embargo, van cayendo o sencillamente se van poniendo en cuestión. Avances sociales que parecían imparables vemos que, de repente, son cuestionados; y que la era de Internet ha desarrollado un vigoroso tentáculo siniestro que ayuda a difundir noticias falsas que calan en la población.
Se nos está haciendo creer que hay una invasión de inmigrantes en toda Europa que vienen a robarnos la identidad, se criminaliza a las organizaciones que salvan vidas humanas en el Mediterráneo, se ha puesto en cuestión la Ley de Violencia de Género , se menoscaba e insulta la acción del feminismo, se cuestionan las denuncias por violencia machista y, en definitiva, decenas y decenas de postulados que se lanzan ya sea inventados, tergiversados y con una intencionalidad maligna que no es otra que la de generar odio, racismo, misoginia, homofobia, etc.
Y yo me pregunto: ¿Qué papel debemos desempeñar las trabajadoras y los trabajadores sociales ante este panorama? ¿Solo exponer nuestra indignación en petit comité o a lo sumo en las redes sociales? Pero, por lo demás... ¿Seguir escrupulosamente nuestra tarea profesional diaria y punto? Sinceramente creo que no, al menos en el concepto en el que yo entiendo nuestra profesión. Los y las profesionales del trabajo social hemos de ser los primeros que impidan que esas ideas falsas arraiguen en la ciudadanía.
A nivel individual tenemos que invitar a la gente a contrastar esas “aberraciones”, a pedirle fuentes e incluso que nos las demuestren con hechos, con legislación. No debemos eludir ninguna conversación, foro, charla por nimia que parezca donde se estén abonando estos bulos. Siempre hemos de hacerlo con una actitud positiva, calmada e incluso, si nos es posible, pedagógica.
Evidentemente nuestra labor individual puede valer poco. Por eso creo que la profesión, el trabajo social, ha de buscar una estrategia común para luchar contra estos nubarrones que acechan la convivencia y nuestra libertad, un plan contundente, profesional y coordinado. Y por esta razón hago un llamamiento a las presidentas y los presidentes del resto de Colegios Oficiales de Trabajo Social de España para que. junto al Consejo General del Trabajo Social que agrupa a más de 40.000 trabajadores y trabajadoras sociales en España, y al lado de otras organizaciones de trabajo social a nivel estatal e internacional, como por ejemplo la Federación Internacional del Trabajo Social (FITS), establezcamos una estrategia profesional que nos permita de forma eficaz ser muro de contención a esta marea negra que busca destrozar la convivencia a nivel local y global.
El trabajo social ha de ser la punta de lanza. ¡A por ello!
Floren Alfaro Simarro, presidente del Colegio Oficial de Trabajo Social de Castilla-La Mancha