Pasó el verano y cansados de escuchar y bailar a ritmo de Jennifer López la famosa canción "¿Y el anillo….. pa' cuándo?" nos llegó el ocupa monclovita –algunos le llaman doctor fraude, otros falconeti y yo simplemente le llamo el hombre que susurraba a los golpistas-. Se presentó como el salvador de España y anunciando la inminencia de las elecciones. Claro está que aún no le había cogido el gusto a viajar en Falcon con sus gafas de sol y el tiempo necesario para escribir un libro. Hay quién, malintencionadamente, cree que también susurraba a un “negro” para terminarlo a tiempo antes de convocar elecciones.
Y cosas del destino va y lo titula "Manual de resistencia". Será la resistencia a dejar el poder y vivir del cuento. Por estas cosas del destino se lo edita la misma editorial que al ex presidente de Castilla-La Mancha. ¿Le pagará el mismo fortunón? Es de suponer que no, dado que no alcanzará las cifras de best seller que alcanzó el del ex ministro, que de haber publicado sus técnicas de cómo hacerse con un patrimonio multimillonario con el sueldo de un presidente de Castilla-La Mancha habría sido la pera limonera. Hasta yo se lo compraría a ver si aprendía algo.
Pero, con ser mentira todo lo que este hombre nos ha dicho, lo peor estaba por llegar. Ha conseguido que los que le echaron de la secretaría del PSOE por sus escarceos y entrega al nacionalismo catalán, ahora se queden mudos –si acaso algún refunfuñeo de cara a la galería- ante el mayor despropósito que hemos visto en democracia. La entrega total a las exigencias del nacionalismo golpista, no sólo poniendo en entredicho a la Constitución, la justicia –de la que se ha desatendido a pesar del gravísimo ataque manifestado en algunos de los famosos 21 puntos que el racista Torra (Sánchez dixit) le trasladó en su bajada de pantalones cuando fue a Cataluña-, sino a la esencia misma de España, al desprecio total y absoluto a los españoles y al parlamento, arrogándose la capacidad de negociar ni más ni menos que el desguace del estado español, tal y como lo conocemos. El sólo hecho de no mostrar la más rotunda negativa a negociar tal disparate, ya de por sí es gravísimo.
Por todo eso no podemos esperar a que termine la canción, debemos mostrar el coraje suficiente –tal y como nos está demostrando el pueblo venezolano- y clamar a los cuatro vientos que ya está bien, que si quiere vivir de vender libros que viva, pero que viva lejos de nosotros. Que convoque elecciones y podamos decidir nuestro destino, y de paso el de aquellos cobardes que por un buen pesebre y un pedazo de España que manejan a su antojo, no supieron defender sus escasos principios, si los tuvieron alguna vez, y que recojan el fruto de lo sembrado.
O eso, o nos aplican el punto 21: hacer efectiva una política de fosas comunes. No digo más.