Este 8 de marzo inundamos las calles y lo hicimos para gritar a la sociedad que queremos justicia y que sentimos que nos queda mucho para conquistar la igualdad real. La Constitución, la legislación laboral y los convenios de cada sector reconocen sobre el papel esa igualdad, pero cuando eres mujer y trabajas, también fuera de casa, sabes que, más allá del papel, la realidad se muestra tozuda.
Las mujeres ganamos sólo entre el 60 y el 75 % del salario de los hombres en trabajos de igual valor. Esto agranda la brecha salarial y a largo plazo afectará a nuestras pensiones. El riesgo de pobreza y exclusión social de las mujeres en España supera al de los hombres, y se instala especialmente en los hogares monomarentales.
Se muestra tozuda la realidad frente a la legalidad, cuando nos muestra que las mujeres trabajamos gratis desde el 8 de noviembre hasta fin de año, gracias a la brecha salarial.
Se muestra tozuda cuando las cifras de la Encuesta de Población Activa (EPA) en Castilla-La Mancha en el primer trimestre de 2019 nos muestra que de 154.900 personas desempleadas en nuestra región 90.900 (un 21,01 %) mujeres continúan en paro frente a 64.000 hombres (un 11,60 %).
Las mujeres, nuestras familias, nuestra sociedad, necesitan que recuperemos el papel social y sindical de la clase obrera, colocando mujeres a la cabeza y en primera línea; removiendo mentalidades, concienciando y movilizando a las bases de mujeres que están sufriendo la embestida de este liberalismo salvaje que soporta sobre los hombros de las trabajadoras la mentira de la conciliación, la farsa de la equidad en el acceso a los puestos, la trampa de la igualdad salarial basada en los contratos a tiempo parcial y la precariedad que se pondrá también de manifiesto con más fiereza en el acceso a unas pensiones dignas. En resumen, un sometimiento laboral donde los derechos colectivos conquistados con anterioridad se pierden en las negociaciones individuales que tanto daño hace a las trabajadoras y tanto favorece a los dueños del capital.
De esta manera cuando en 2087 (no es un error) alcancemos la equiparación salarial, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), muchas de nosotras no seremos más que un recuerdo, otras muchas cobraremos unas pensiones insuficientes para vivir, fruto de la precariedad laboral, de los empleos a tiempo parcial y de los sectores en los que estos se concentran y que mayoritariamente están poblados de mujeres. Hay que añadir, además, el efecto sobre las pensiones que supone la salida y entrada constante del mercado laboral que hará que muchas de nosotras continuaremos luchando por unos derechos que la realidad tozuda contrapone a la legislación laboral. Este primero de mayo estaremos en las calles con nuestras compañeras sindicalistas y trabajadoras, paradas y estudiantes para reclamar empleos dignos y derechos laborales.
Solo tomando conciencia de nuestro papel podremos transformar la realidad y ocupar el espacio que es nuestro, de las trabajadoras. Y así como las recientes movilizaciones nos están marcado el camino a seguir, utilizaremos los instrumentos de lucha a nuestro alcance, la unidad de acción, le reivindicación laboral y la presencia en las calles para reclamar la igualdad y la justicia social y laboral.
Trabajamos, luchamos, porque la historia la escribimos nosotras.
Isabel Álvarez Domínguez es responsable del área de Mujer en IU Castilla-La Mancha