Cuidar de la familia es cuidar el futuro
El 15 de mayo celebramos el Día Internacional de la Familia, una fecha que fue proclamada como tal por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 47/237 del 20 de septiembre de 1993 con el objetivo de incrementar la concienciación a nivel gubernamental y social de todos los temas que tienen que ver con la familia, que es la parte fundamental que nos define como personas durante toda nuestra vida.
Hace tiempo escuché en primera persona el relato de un amigo asiático, que me narraba la leyenda del hilo rojo, ésa en la que se explica cómo desde que nacemos las personas estamos ligadas a otras a través de hilos, que sin ser conscientes de a dónde nos llevan, nos mantiene constantemente unidos a ellas, sin importar el espacio y el lugar donde estemos, así como los factores que en un momento determinado nos puedan alejar de ellas. En ese momento extrapolé la enseñanza para aplicarla a lo que siento cuando hablo de familia, que no es otra cosa que el soporte que nos protege, que nos da calor en los días de frío y que nos acompaña en cada uno de nuestros pasos.
Son muchos los autores que han tratado de garabatear una aproximación a su concepto, pero la mejor forma de entenderlo es sentir que la tienes cuando giras la cabeza y sabes que siempre caminas acompañada aunque no necesariamente con su presencia física.
Como diputada durante diecinueve años y ahora como senadora del reino de España, siempre he tenido clara que una de las metas políticas más importantes era y sigue siendo, la protección y el respaldo del futuro familiar, comenzando por valorar y agradecer la aportación activa de los mayores en nuestra sociedad y siguiendo por la consagración de los patrones que velen por el estado de bienestar de las próximas generaciones, que hoy son nuestros hijos, nietos y demás descendencia.
Hoy tenemos la misión de proteger la infancia y el derecho libre a la maternidad, aplicando medidas para incentivar los nacimientos, la corresponsabilidad en el cuidado de los hijos y garantizando la calidad de vida de quienes acaban de nacer.
Europa sigue envejeciendo a gran velocidad y si no aseguramos el relevo generacional, estaremos poniendo en peligro el sistema de pensiones y el equilibrio demográfico a nivel mundial. Estamos pues, ante un problema global que debe ser tratado a través de protocolos de actuación verticales, que estudien la situación desde la familia, pasando por los pequeños municipios, las ciudades, los países y así hasta llegar a plantear soluciones a nivel internacional.
En España, durante la pasada legislatura, bajo la presidencia de Mariano Rajoy se llevó a cabo el Plan Integral de Apoyo a las familias, dotado de 225 medidas y una partida presupuestaria de 5.400 millones de euros solo para el año 2015.
En 2016 el Gobierno aprobó el reparto de 48 millones de euros a las Comunidades Autónomas para que ejecutasen diversos programas sociales para las familias.
Junto a ellas, el ejecutivo popular ha incentivado numerosas medidas encaminadas a la seguridad familiar, como los cheques para familias con hijos dependientes, la reforma en la legislación para facilitar el acogimiento, etc. Hay que reconocer que no fue fácil hacerlo en años donde tocaba recuperar nuestra maltrecha economía y afrontando los recortes del gobierno socialista de Rodríguez Zapatero de más de 2.000 millones de euros para estos mismos fines.
Ahora no es el momento de hablar del pasado. Es el momento para avanzar, para respetar y apoyar a las mujeres que deciden ser madres, asegurándoles su reincorporación al mercado laboral, igualando la capacidad para la conciliación laboral y familiar, entre ellas y sus parejas, para que los cuidados de los hijos dejen de ser una labor exclusiva de mujeres.
Son retos fundamentales a los que nos enfrentamos y a los que se deben dar respuestas urgentes con una política comprometida, real y efectiva que piense en las personas.
Y ése, como presidenta nacional de AFAMMER (Asociación de las FAMILIAS y MUJERES del medio rural) es también uno de mis grandes objetivos desde hace 37 años; preservar el papel de las mujeres en la actividad social, porque sin ellas no hay familias; y por tanto, no hay futuro.
En este camino que todavía se tercia largo, seguiré luchando para darles voz en todos los foros nacionales e internacionales y hacer que los techos de cristal desaparezcan, como primer paso para asegurar el futuro de nuestras familias y de nuestra sociedad.
Seguimos luchando, seguimos sumando.
Carmen Quintanilla Barba. Presidenta Nacional de AFAMMER