¡Cuántas cosas cuenta la foto de la incontestable victoria socialista en Castilla-La Mancha! Emiliano García-Page, recién reelegido presidente de la Junta por mayoría absoluta, emocionado y flanqueado por José Bono y Milagos Tolón, los tres con las manos anudadas y brazos en alto. Durante la noche electoral del pasado domingo 26-M fueron los protagonistas indiscutibles en el escenario montado por el PSOE en el toledano cigarral del Ángel Custodio para celebrar los magníficos resultados. Participando en la fiesta e igual de exultantes, pero en un plano más discreto, todos los demás: los hermanos Gutiérrez, la eurodiputada Cristina Maestre, consejeros del Gobierno regional, el portavoz Nacho Hernando, Fernández Vaquero e incluso la familia de Page. Pero solo Bono y Tolón codo con codo con el presidente, los tres al mismo nivel e iluminados por el foco más potente. Quizá no exista mejor manera (que nos perdone Barreda, pero hasta él lo sabe) de escenificar lo que fue, lo que es y lo que quiere seguir siendo el PSOE de Castilla-La Mancha, ese que basa su éxito y su valor diferencial en ser siempre más Castilla-La Mancha que PSOE, o al menos parecerlo.
Es paradójico que sea el padre de esta santísima trinidad del socialismo castellano-manchego, que le ha enseñado todo a Emiliano García-Page, el que a la vez pueda cortarle las alas. Fue precisamente Bono en 2003, cuando llevaba ya 20 años al frente de la Junta de Comunidades, quien acordó con el PP limitar a 8 años el tiempo máximo durante el que se puede ejercer de manera consecutiva como presidente regional. Una ley pionera en España que ahora, 15 años después, cuando da la sensación que Page le ha cogido la medida a la comunidad y que podría quedarse en el Palacio de Fuensalida hasta que él quisiera, le pone fecha de caducidad como jefe del Ejecutivo autonómico en 2023, a no ser que el actual líder socialista utilice su flamante mayoría absoluta para cambiar la norma. Y es que la Ley del Gobierno y del Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha establece que no podrá ser elegido presidente "quien ya hubiese ostentado este cargo durante al menos ocho años".
Que nadie descarte de manera tajante el cambio legislativo si cuando llegue el momento de pensar en el futuro Page no tiene garantizado un papel político de la máxima relevancia nacional, que es la siguiente etapa que le toca quemar. Es cierto que el propio Emiliano ya ha dicho en reiteradas ocasiones que su proyecto castellano-manchego era de 8 años y no más e, incluso, en una entrevista que le hizo nuestra compañera Esther Esteban el pasado mes de noviembre aseguró: "A partir de ahí hay bastantes más posibilidades de que yo pase a un plano discreto de la política que de mantenerme en el primer plano". Pero hoy por hoy, siendo el barón socialista de mayor relevancia en el país, estando más que avalado por los resultados electorales, gozando de su momento de mayor popularidad, joven pero con sobrada experiencia y no falto de ambición, encuadrarle en un papel público secundario a corto o medio plazo se antoja inimaginable. Es un político ganador, apasionado de lo que hace y que, para bien o para mal, no conoce otra forma de vida.
Pase lo que pase, lo único cierto por ahora es que arranca la segunda legislatura de Page en Castilla-La Mancha y que lo lógico es que sea la última. La resurrección y auge del sanchismo podrían hacer pensar en complicaciones y batallas fratricidas por hacerse con el liderazgo de la federación socialista castellano-manchega cuando suenen tambores de sucesión. Los de Page contra los de Sánchez y a ver quién gana las primarias. En ese escenario, la figura de Milagros Tolón, reelegida y ratificada alcaldesa de Toledo con una amplia mayoría, ha emergido como un ciclón en el partido y, en torno a ella, puede encontrarse la gran solución. Goza de la máxima confianza de Sánchez y también de Page, está muy bien valorada entre las bases, tiene una contrastada capacidad de gestión y cuenta con la personalidad y (sospecho que) las ganas necesarias para atreverse. Por ahora, no me cabe duda, se centrará en Toledo como siempre lo ha hecho y seguirá siendo una de las colaboradoras más leales de sus dos jefes en el partido. Pero cuando llegue el momento de dar un paso adelante quizá recordemos aquella foto de tres grandes ganadores juntos en el cigarral y la tengamos que volver a utilizar en el periódico. Bono, Page y Tolón.