Castilla-La Mancha vive hoy su gran día. El 31 de mayo celebramos y homenajeamos a nuestra comunidad autónoma. Hoy todos debemos recordar que en aquel lejano 16 de agosto de 1982 el Boletín Oficial del Estado publicaba el Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha, aprobado por el Congreso y el Senado, lo que nos concedía de hecho y de derecho el autogobierno y nuestra entidad como comunidad autónoma.
Hace casi seis meses, con motivo de la conmemoración del 40 aniversario de nuestra Constitución, tuve oportunidad de homenajear a Antonio Fernández-Galiano, fallecido ya hace varios años, a quien la joven historia democrática de nuestra comunidad debe mucho porque fue un gran impulsor de la idea de creación de una región autónoma en este territorio que hoy conocemos como Castilla-La Mancha.
Fernández-Galiano, -que fue presidente de la pre autonomía- fue uno de los impulsores de la creación de nuestra comunidad autónoma y uno de los artífices de que el proyecto de Castilla-La Mancha llegara a buen puerto. Más tarde, otros como Gonzalo Payo y Jesús Fuentes -también presidentes autonómicos- colaboraron de manera decisiva en la creación de esta comunidad de la que hoy nos debemos sentir tan orgullosos.
Y ya en 1983, el 8 de mayo de 1983, se celebraron las primeras elecciones autonómicas de la corta historia de Castilla-La Mancha como entidad territorial administrativa, aunque larga historia como pueblo con unas tradiciones, unos valores y una forma de vida común que se fue gestando a lo largo de varios siglos.
Hoy, 36 años después de aquellas elecciones históricas, hemos celebrado también unas elecciones autonómicas. Unas elecciones que en las que los ciudadanos se han expresado libremente, eligiendo a sus representantes en ayuntamientos, comunidad autónoma y Parlamento europeo.
Un millón ochenta y nueve mil doscientas veintisiete personas fueron a votar y, mayoritariamente, decidieron que sea el actual presidente de la Junta el que les siga gobernando. Y esas mismas personas también decidieron que, de manera muy clara, fuera el PP el que ejerciera la tarea de oposición.
Esas personas me encomendaron la tarea defender los intereses de todos los demás. De todos aquellos que no han votado al actual presidente. Porque es mi obligación como representante de los 307.661 personas que votaron al PP y, por qué no, de todos aquellos que no han obtenido representación parlamentaria, controlar la acción del nuevo gobierno y exigirle que cumpla lo que ha prometido a los castellano manchegos. Desde una actitud responsable, serena y firme, pretendo desarrollar la tarea que me han encomendado, porque para mí –lo he dicho siempre- no hay nada más grande que Castilla-La Mancha.
Lo dije en el debate sobre el Estado de la Región, unos días después de haber sido nombrado presidente regional de mi partido: uno de los ejes de mi campaña sería recuperar el orgullo de ser y sentirse castellano manchego. El orgullo de pertenecer a una tierra rica en historia, cultura y tradiciones; una tierra de oportunidades y de futuro. Un sentimiento que prometí defender con firmeza, al igual que el orgullo de ser español, sin complejos ni ambigüedades.
Y desde ese orgullo y desde la responsabilidad que me otorga la confianza dada el pasado domingo en las elecciones por los miles de paisanos que nos han votado, quiero decir a los castellano manchegos que no me resigno a tener una Comunidad que crezca por debajo de la media nacional, a que haya 170.000 personas sin empleo, o a que los pacientes tengan que esperar meses y años incluso para ser intervenidos quirúrgicamente. Yo quiero una tierra de oportunidades para mis hijos, donde el empleo, la prosperidad y el bienestar social llegue a todos. Y que no cejaré en ese empeño, porque esta tierra y su gente lo merecen.
Como presidente del PP de Castilla-La Mancha, siento un inmenso orgullo de poder celebrar esta festividad tan representativa para todos nosotros. Además, el acto institucional se conmemora en la tierra que me vio nacer: Albacete, lo cual me hace sentir todavía más ilusionado y vivo para acometer la tarea que nos espera, la de conseguir entre todos –cada uno desde donde le han dicho los castellano manchegos que debe hacerlo- que esta tierra alcance la cumbre en la que debería estar.
Lo decía hace 36 años el que fue presidente electo en aquel entonces: “en Castilla-La Mancha no tenemos ni un idioma distinto ni una bandera secular; sin embargo, precisamos de la autonomía no para colmar una aspiración del pasado, sino como instrumento para construir nuestro presente y nuestro futuro”.
Hago mías aquellas palabras y añado que el mejor legado que podemos dejar a nuestros hijos es el espíritu por defender lo que nos une: nuestra comunidad autónoma y nuestro país. Y añado que yo, particularmente, estoy inmensamente orgulloso de ser castellano-manchego.
Paco Núñez. Presidente del Partido Popular de Castilla-La Mancha